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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Alquileres de por vida

El cambio de los hábitos de los jóvenes cuando se plantean el acceso a una vivienda

Ahora ya sí se puede decir que los españoles somos europeos: ya casi nadie compra un piso donde vivir, ahora la mayoría alquila. Sobre todo los jóvenes, aunque ese dato que reflejan las estadísticas de transacciones de viviendas se antoja una obviedad: ¿quién se va a meter en una hipoteca por un ojo de la cara con un sueldo de mileurista venido a menos?

Ya nadie se apoltrona: los trabajos no son para toda la vida, los amores eternos duran menos que antes y de vivienda merece la pena ir cambiando como de ropa: por temporadas. Nuestros padres insistían en que alquilar era tirar el dinero; nuestros hijos, por contra, rechazan vincularse media vida a una vivienda porque detestan las ataduras. Los chavales de ahora no son como nosotros: cambian hasta de equipo de fútbol.

La lógica del alquiler es, pues, aplastante, en el escenario de un mercado laboral frágil. Para poder adquirir una vivienda antes hay que ahorrar, al menos la tercera parte del valor del inmueble. Del banco una pareja joven puede llegar a obtener el ochenta por ciento del valor de tasación y habrá que contar con otro diez por ciento para impuestos y gastos iniciales. Otra ventaja de alquilar es que se evitan los impuestos y tributos municipales, que corren a cuenta del propietario, como el sangrante IBI.

No hay derecho, sin embargo, a desahucios como los denunciados ayer por diez familias necesitadas de Gijón, que irán en semanas a la calle por no haber recibido las ayudas oficiales para financiar su alquiler. Eso sí que da pena y resulta denunciable.

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