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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Aplicando el protocolo

Por lecturas y viejas películas sabemos que se avisaba del advenimiento de una catástrofe al oír la voz "¡sálvese quien pueda!". Ya no se oye "¡sálvese quien pueda!" ni "¡las mujeres y los niños primero!" para no ser tachado, seguro, de machista y, acaso, de pederasta. Hay cosas que ya no se pueden nombrar.

"¡Sálvese quien pueda!" ha sido sustituido por "hemos aplicado el protocolo". Por los resultados parece que no hubiera protocolos, pero los que saben de esto aseguran que hay muchos, aunque en emergencias nadie recuerda dónde los puso. Hace falta un protocolo de interiorización de protocolos (para entenderlos, memorizarlos y aplicarlos) o un protocolo de encuentro de protocolos (no hay tiempo para buscarlos).

Por experiencia en catástrofes y desastres donde se han aplicado los protocolos se puede inferir cuál es el protocolo habitual. A saber:

1) Recepción de aviso y alarma: hostiaostiaostia.

2) Evaluación serena de la situación: ¿¡Qué hacemos!?

3) Toma de las primeras decisiones: A ver si pasa solo.

4) Asunción de las responsabilidades por la autoridad competente: este marrón no me lo como, como hay Dios.

5) Identificación de los responsables: la culpa es de otro departamento, sección o ministerio (táchese lo que no proceda).

6) Identificación última de la autoría con vistas a la atribución de responsabilidades: la culpa es de las víctimas, quién les manda, mira cómo van, son tontos o qué.

7) Actualización y mejora del protocolo a futuro para mejor prevención y previsión en caso de contingencia: el que venga detrás, que arree.

Lo dijo John Lennon en su mejor frase: La vida es lo que sucede mientras se está aplicando el protocolo. ¡Sálvese quien pueda!

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