Dice Baraja, técnico del Sporting, que todos los recuerdos que alberga del Tartiere son malos. En casos con éste, y teniendo en cuenta que el domingo el entrenador rojiblanco disputa su primer derbi asturiano, conviene sintonizar el Canal Historia. Puede el Pipo telefonear a su amigo Villa y preguntarle cómo se le queda a uno el cuerpo cuando hace callar a un estadio entero, con el dedo índice, retador, como una bayoneta a la altura de los labios. Ocurrió al mediodía del 28 de octubre de 2001 y el Guaje entró ese día por la puerta del santoral en el panteón de los mitos rojiblancos.
Puede preguntar también a Quini y a Ferrero, que hagan memoria de lo ocurrido el 29 de mayo de 1977 en idéntico escenario, autores ambos de los tantos que permitieron el ascenso de los gijoneses y el inicio de una época dorada de inmejorable recuerdo para los aficionados locales. Pregunte, pregunte, que le allanarán el camino...
Y si además está dispuesto el técnico a rizar el rizo, puede pedirle a Leli Rubiera que le localice a Fernando Gomes, que le calzó cinco al eterno rival el 22 de agosto de 1980. Era un partido amistoso, de pretemporada, pero el regusto de tamaña gesta aún hoy da pie a relamerse. En casa del enemigo, que es donde más se goza y donde más duele, según le vaya a cada cual la feria.
Dicho lo cual, que borre Baraja de su cabeza los recuerdos negativos y que se procure antes del partido un baño de positivismo. Caiga en la cuenta que si sale triunfador de su primer derbi habrá dado un paso de gigante en el reconocimiento fraternal de la grada. Aunque si pierde, sepa que tan sólo son tres puntos, que esto es un juego no el duelo a muerte en O.K. Corral.
