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Eduardo Lagar

Los jóvenes que acabaron con la democracia

El respaldo global a las dictaduras militares se dispara entre la generación del milenio

El camino hacia la democracia también es un camino de vuelta hacia la dictadura. Hitler, Stalin, Franco y el resto de la siniestra pandilla están esperándonos a la vuelta de la esquina. De hecho, vamos a su encuentro. Así lo indican los datos del observatorio mundial sueco World Values Survey, donde se constata que en los últimos 25 años la confianza en el sistema democrático se está deteriorando de manera acelerada. Especialmente entre los segmentos de población más joven.

Los estudios del World Values Survey revelan una clara tendencia antidemocrática en Occidente. En Estados Unidos, el 72% de los nacidos antes de la II Guerra Mundial consideraba "esencial" vivir en una democracia. En cambio, sólo el 30% de los "milennials", los treintañeros del siglo XXI, respaldaba esa afirmación. La misma tendencia se aprecia en los datos de Gran Bretaña, Australia, los Países Bajos, Suecia o Nueva Zelanda. Es más, el 24% de los jóvenes de EE UU entre 16 y 24 años considera que la democracia no es la mejor manera de gobernar el país. Hay contagio antidemocrático. En 1995, los jóvenes que renegaban de la democracia representaban del 16%. Su visión del gobierno ideal pasa por "un líder fuerte que no tenga que preocuparse por el parlamento o las elecciones".

Hay más. Esos mismos datos constatan cómo se está disparando entre los jóvenes estadounidenses la creencia en que la mejor manera de gobernarse sería una dictadura militar. En 1995, los partidarios de un golpe del ejército representaban el 6,25% y, según los datos de 2011, esa cifra se elevaba al 16 por ciento.

Los profesores Roberto Stefan Foa, de la Universidad de Melbourne, y Yascha Mounk, del departamento de Teoría Política de Harvard, divulgaron estos datos en un estudio publicado por el "Journal of democracy". En él insistían en la idea de que la democracia liberal no es, ni mucho menos, un sistema con el futuro garantizado. Hasta ahora se suponía que el camino se recorría en una única dirección: cuando una sociedad llegaba a un cierto nivel de riqueza, lograba una sociedad civil sólida e instituciones democráticas, la estabilidad quedaba garantizada. Pero no. De hecho, el análisis de Foa y Mounk advierte sobre el despegue de un proceso global de "desconsolidación" democrática. El escenario ha cambiado radicalmente: hasta no hace mucho eran los jóvenes los que defendían con ardor los valores democráticos frente a los ancianos y hoy parece que es justo lo contrario. Mounk insiste en que hay que leer los signos de los tiempos y, al igual que en los años 80 pocos pudieron adivinar el inminente colapso del bloque soviético, ahora también podemos estar ignorando la caída del muro que nos separa de una nueva era de dictaduras, indicó en una entrevista a "The New York Times". "Las señales de advertencia están brillando en rojo".

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