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Sol y sombra

El sátiro y los matices

Harvey Weinstein, ya saben el poderoso productor de cine de Hollywood sobre el que se suceden las denuncias por acoso, ha recibido ahora el rejón de Uma Thurman. Thurman es mi debilidad. Es una de esas mujeres que, como es natural y desde una poderosa distancia, siempre me han convencido por su belleza y su rigor interpretativo. Igual es que no sé nada de ella y resulta que Thurman es todo lo contrario, sin embargo me tiene ganado.

Thurman dice que una vez en París, para discutir un guión de una película, Weinstein la invitó a acompañarlo a una sauna. Weinstein, un sátiro, por lo que se dice, disparaba a todo lo que se movía a su alrededor, lo cual salvo por la notoriedad que le persigue no le distingue demasiado de muchos productores de cine que le precedieron y posiblemente de otros que vengan detrás. La alta producción es concatenante.

El caso es que se ha desencadenado una cruzada de las buenas costumbres contra los sujetos como él y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, contra muchos otros más.

Pero esta historia de Thurman y la sauna no deja de ser significativa, tal como se cuenta y en todo su contexto. Para empezar, ¿quién con dos dedos de frente se presta a discutir detalles de un guión cinematográfico en una sauna? Thurman huyó de la encerrona y le dijo que era ridículo. Weinstein, según ella, cabreado, desistió. No hubo nada que lamentar salvo que Thurman se ha unido, con inteligentes matices puesto que no es tan tonta como otras, al coro de las plañideras de Weinstein, que es el sujeto que más daño ha hecho en la historia de la infamia a los escarceos entre sexos desde la postura preminente del abusón, el tío que sin pretenderlo ha creado un nuevo estatus del desamparo, que además es viral. Qué cosas.

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