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Covadonga Jiménez

La burbuja universitaria

Hace tiempo que los rectores vienen advirtiendo del exceso de títulos y centros en la Universidad española. En la última década hay un 15% menos de alumnos y un 43% más de carreras que a finales de los noventa. Ese desfase y la tendencia a la expansión en el sistema universitario ha llevado a algunas voces a reclamar mesura.

Casi ninguna rama de conocimiento gana alumnos pero son las carreras técnicas las que mantienen una demanda más sostenida. Por eso, no es de extrañar que la prioridad de la Universidad asturiana sea un grado como el de Organización Industrial. Se espera responder así tanto a las demandas del alumnado y de la sociedad. Y lo que la sociedad asturiana demanda desde hace tiempo en conocido. Que sus jóvenes tengan oportunidades laborales, que la región se convierta en polo de atracción de nuevos talentos y que la industria pueda nutrirse de profesionales altamente cualificados. El resto queda para el debate -político o académico-. El transgresor ministro de Educación, José Ignacio Wert, habló de introducir la competencia entre universidades para hacerlas más eficientes en un contexto en el que los alumnos tendrían libertad absoluta para elegir centro, lo que las obligaría a aumentar su calidad y prestigio para ser atractivas. Lo que se debate con los nuevos grados en Asturias no es cuánto más le va a costar al Principado sino cuánto de competente puede llegar a ser su Universidad.

No parece que las posturas encontradas entre el Gobierno y el Rectorado permitan avanzar en este sentido. Negociar con éxito es saber ceder. Así debe ser para que gane Asturias. En la batalla por Organización Industrial no habrá vencedores ni vencidos. Es una apuesta de futuro para la región que no conviene demorar. U otros tomarán la delantera.

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