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Camilo José Cela Conde

Low cost

El palabro importado para los aviones y trenes de bajo coste

Entre las expresiones inglesas que han colonizado el castellano ocupa un lugar especial, por lo a menudo que la utilizamos, la de "low cost" referida en principio a las ofertas de billetes de avión a precios de saldo. Saldo, bajo coste, ganga, rebajas, chollo incluso, serían opciones preferibles al palabro innecesario. Pero ya se sabe que la lengua es un animal vivo de los que no admiten ni sugerencias ni órdenes. Con low cost no quedaremos, al cabo, igual que tenemos que pechar con manager, penalti, mail, blog, spam y marketing.

Cuando se intentan españolizar las palabras importadas es hasta peor, tal y como sucede con ese güisqui que da repelús porque suena como a urinario. Pemán intentó en tiempos de Franco que en vez de "coñac" se dijese "jeriñac", en referencia al vino de Jerez, y nadie le hizo caso. La única palabra hermosa que ha triunfado en liza con el gigante anglosajón es "azafata", y ni siquiera en todos los sitios. En México y no sé si en el resto de la América hispana a quienes asisten a los pasajeros se les llama "aeromozas", preferible en cualquier caso a una "estiguardesa" que iba a terminar amenazándonos.

El low cost, transijamos con él, además de aterrizar en nuestro idioma ha llegado al tren. Así lo ha anunciado el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, al presentar en sociedad la novedosa Eva (pronúnciese "iva", supongo), la campaña con la que Renfe quiere atraer a los pasajeros de menos posibles a los trayectos del Ave. Se traslocan las letras, se ofrece una rebaja de un 25% y ya tenemos el low cost -modesto, en realidad, si se compara con los precios tirados que alcanzan los vuelos- pero ahora metido de lleno en la tierra conquistada por los ejecutivos que se desplazan por razones de oficio desde Barcelona a Madrid y al revés.

¿A cambio de qué llega Eva? Los vuelos de ganga compensan su precio ridículo mediante torturas al pasajero que yo no sé si ahorran dinero a la compañía pero desde luego que son eficaces en lo de la molestia impuesta al grito de ordeno y mando. Ryanair, que es la empresa líder en la oferta de precios escandalosos, te esquilma luego a la que puede ya sea porque viajas con maleta o porque no te has acordado de imprimir el billete en casa. Hace años esa misma compañía se planteaba cobrar por el derecho a sentarse, sin que quedara claro si ese extra incluía el hacerlo en el cuarto de baño. Eva, la low cost del Ave, parece que de momento sólo da con fórmulas de acoso como son la de sentar a los pasajeros de seis en seis y quitar los vídeos pero, a cambio, ofrecerá acceso a internet gratuito. De momento. En realidad nada es gratis en este mundo de hoy, ni siquiera hablando de chollos. Igual que no lo era ese vaso de zumo de naranja que te daban antes en los aviones.

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