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Sol y sombra

Canto a la ambigüedad

Cuando jóvenas, miembras y portavozas definen la lucha igualitaria

Señoras y señores, al final acabaremos aceptando pulpo por animal de compañía. Portavoza por portavoz al referirnos al género femenino, lo mismo que nos tenemos que conformar con Irene Montero y Adriana Lastra en vez de aspirar a que nos representen personas más respetuosas con la lengua de todos, y menos disparatadas con la suya. Igual que antes sufrimos a Bibiana Aído, autora de miembras, otro de los grandes cantos de ambigüedad que definen la lucha igualitaria de sexos en este país.

Podríamos decir que todo empezó con José Luis Rodríguez Zapatero si no fuera porque a Carmen Romero, la exparlamentaria socialista que cansó de ver los bonsais de su marido en la Moncloa, ya se le había escapado aquello de jóvenas hace tiempo. Entonces no existía la explosión viral, había que remitirse llanamente a lo vírico. Ahora lo que nos es vírico por los virus, es viral por el veneno inoculado de la estupidez que nos invade.

Ya que Montero y quienes la secundan han decidido echarle un pulso a la Real Academia Española en favor de la igualdad, les aconsejaría que reclamasen la vuelta a los orígenes de modisto, por sexista. Piensen un poco señoras. ¿Por qué modisto y no modista tanto para el hombre como para la mujer? ¿No se trata de una vieja argucia de viejos machistas para distinguir al diseñador de moda de la simple modistilla? Por establecer la comparación a partir de unos pocos ejemplos, hay decenas para elegir, se dice artista y no artisto, futbolista y no futbolisto, ciclista y no ciclisto, periodista y no periodisto, socialista y no socialisto. Portavoz, lo que se conoce por portavoz, es el que habla en nombre de otros. Hombre o mujer, señoras mías.

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