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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

El sentir de los sentires

Sentir está al alcance de cualquiera. Hay gente que se muere sin haber aprendido a pensar pero doctorados en sentimientos, que no tienen por qué ser buenos: los hay malos y tóxicos.

Estamos en el siglo de esta gente, en la coronación del sentimiento y de su expresión, pese a lo mal que los sentimientos conviven entre sí. Los pensamientos son más duros y chocan continuamente sin hacerse pupa, pero los sentimientos, ¡ay!, cómo se sienten. ¡Y cuánto! ¡Y por cualquier cosa!

Han condenado a un joven jornalero de Jaén por haber hecho una imagen en la que ponía su rostro sobre la foto de un Cristo local que tiene seguidores organizados en cofradía. Un liviano fotomontaje para las redes sociales por las que no es necesario pasar, a diferencia de las calles por donde los procesionantes desfilan bajo amparo municipal.

Parece que la imagen de Instagram hirió los sentimientos religiosos, y eso es delito. La imagen del chaval, se entiende. La del hombre herido ¿cómo va a herir? No es raro que así lo sienta un cofrade, pero sí que así lo sentencie un juez, aun siendo juez y cofrade.

Delito contra los sentimientos religiosos. El joven consiguió en seguida reunir los 480 euros de multa, ayudado por defensores de la libertad de expresión que sintieron herido su derecho, no sus sentimientos. ¿Hay sentimientos antirreligiosos? ¿Están protegidos? ¿Qué dice el juez?

Se tiene el sentimiento religioso como el sentir de los sentires, de ahí que haya quien llore porque llueve el día de la procesión. Hay creyentes que juzgan eso una emocionalidad bobalicona sobre fetichismo de encaje blanco y fe de carbonero, pero mientras no lo digan no herirán los sentimientos religiosos de los otros.

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