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Sol y sombra

Dejación

El debate sobre el castellano en Cataluña llega treinta años tarde por una cuestión de prurito español entre PP y Ciudadanos, y, de paso, para presionar a los independentistas. Si el derecho de la lengua común de los españoles se hubiera ejercido mediante el cumplimiento de la ley en un territorio de España que lo discriminaba no estaríamos hablando de esto a estas alturas. El problema es que aún volviendo sobre este asunto haya alguien que lo vea como una inoportunidad. Nadie en ningún lugar del planeta podría llegar a creer que en un país como es España el español estuviera discriminado por las autoridades de un territorio en concreto sin que los diferentes gobiernos del Estado hayan intentado remediarlo. Es un asunto demente en manos de locos.

Los gobiernos de Madrid se ocuparon hasta ahora de ser condescendientes con Cataluña, mientras que en Cataluña la inmersión lingüística operaba en contra de los intereses de España. Los políticos de la Generalitat se llenaban los bolsillos con las concesiones del Estado mientras creaban una subestructura de rechazo y de odio hacia todo lo español, empezando por la lengua común. Puede que a alguien todo esto le resulte demasiado simple en la formulación, pero no existe una manera más sencilla de explicarlo. Los gobiernos españoles con su dejación y las concesiones a un nacionalismo voraz no han hecho otra cosa que alimentarlo hasta llegar al hartazgo.

El Gobierno entretenido buscando la fórmula con que revitalizar el castellano en una comunidad bilingüe que por su cuenta y riesgo decidió marginarlo de la educación es la constatación de los grandes errores cometidos con Cataluña. El hecho de que el PSOE, amparándose en no sé qué historias, se muestre, como Podemos, contrario a esta reactivación tardía de la ley prueba el disparate en que se ha convertido el socialismo democrático en manos de Pedro Sánchez.

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