La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La mancha

Es relato frecuente, sobre todo en época de temporales o cuando la mar se revuelve en el litoral gijonés, que aparezcan sobre la arena de San Lorenzo enorme manchas de carbón como la detectada en la mañana de ayer a la altura de la escalera 2, para sorpresa de paseantes dominicales, aunque no tanto para los más veteranos, que relacionan esas espectrales apariciones con el naufragio del Castillo de Salas, aquel barco que se hundió frente a la costa en el año 1986, cargado de negro mineral.

Cada vez que esa mancha emerge se reproduce sobre el pavimento de El Muro el mismo debate recurrente y ya cansino, de tirios que defienden con rotunda seguridad que ese vómito oscuro procede del estómago de chapa del buque del célebre naufragio, y de troyanos que niegan esa posibilidad y que aseguran que el carbón que afea con cierta frecuencia el aspecto saludable del arenal, como ayer mismo, tiene su origen en las parvas de mineral de El Musel, que el viento impetuoso deposita en la mar y las mareas conducen a la playa.

Tal vez la autoridad o autoridades a las que corresponda deberían investigar ya de una vez de dónde sale ese carbón. ¿Resultaría muy costosa una inmersión submarina hasta el casco hundido y determinar si el carbón se escapa, aún cuatro décadas después, de sus entrañas? ¿Sería tarea ardua acaso analizar esos restos de carbón y tras comprobar su composición química resolver si es de la misma naturaleza del que se acumula en la terminal de graneles sólidos del puerto?

¿O acaso existe una tercera opción nada descabellada, como nos apunta un lector avezado y conocedor de asuntos portuarios, según el cual no sería descartable que esas manchas procedieran del lavado de las bodegas de algunos barcos?

Compartir el artículo

stats