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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Forges y el miedo a volar

En una ocasión, en el mes de mayo de 2002, me tocó presentar a Forges en una conferencia ante numeroso público, entregado todo él a este humorista de trazo tan sencillo como inteligente, tan ilustrado como irónico. Compasivo incluso con aquello que detestaba. Y nada hiriente, en lo que se le parece mucho nuestro Mortiner.

Tomando un café antes de la charla, me confesó que tenía pánico a los aviones. Que ese miedo terrible le venía de una jornada fatídica para el deporte español: el 29 de abril de 1959, fecha en que se estrelló un DC-3, en la serranía de Cuenca, en el que viajaba el equipo nacional de gimnasia, con el mítico Joaquín Blume a la cabeza. Forges tenía billete en ese vuelo, pero lo perdió. Hasta su familia le dio por muerto, puesto que no hubo supervivientes. Sólo una vez desde entonces subió la escalerilla de un avión y fue a toda prisa en una escapada a Londres por amenazas, en una época en que en este país no estaba el horno para bromas.

El título de la conferencia de aquel día era, precisamente, "Miedo a volar", y el viñetista se sirvió de esa anécdota que casi le cuesta la vida para ilustrar otros tipos de miedos a las alturas y a las escapadas. Entre ellos, el pánico, dijo, "a apagar el televisor y encontrar que esas personas que están a tu alrededor son tu familia". Ocurrió hace 15 años, los teléfonos móviles eran rudimentarios y las redes sociales no pescaban merluzos, como ahora, porque no existían. Pero hasta en eso Forges era un visionario, un adelantado: familias enteras que en el comedor apenas se dirigen la palabra, conectado cada cual a su celular, navegando por distintos mares, a centímetros de distancia física, pero a cientos de millas náuticas de separación.

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