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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La lección de los jubilados

Conformaban, se decía, la mayoría silenciosa, un ejército de votantes a los que se podía camelar, en los años de bonanza, con una comida de hermandad o con un viaje, a precio irrisorio, del Imserso. Además, como electores tradicionales, solían depositar su papeleta casi siempre en beneficio de las mismas siglas. Conformaban, se decía, el granero principal del bipartidismo: los jubilados, los pensionistas.

Algo de esa percepción cambió cuando el descontento tomó la calle el 15-M y algunos abuelos se unieron a la revuelta en los parques y en las plazas. Como se trataba de unos invitados inesperados a la merienda de la frustración, el ingenioso de turno, en tono despectivo, los bautizó con el sobrenombre de "yayoflautas". Desde entonces ya no cuela que el Gobierno entone el soniquete del flautista de Hamelín y todas las personas mayores de este país acompañen, embriagados, al cortejo a ritmo de pasodoble. Jubilación ya no es sinónimo de júbilo.

Esta pasada semana, en distintas ciudades españolas -en Asturias también- miles de jubilados y pensionistas levantaron la voz en protesta por la mísera subida de los subsidios que perciben, un raquítico 0,25 por ciento frente al 1,2 por ciento de incremento del IPC al final del año.

Lo que llama la atención no es su valentía ni el arrojo de, cargando a las espaldas con un saco de años, echarse con bemoles a la calle; lo que sorprende es que en esas manifestaciones no les acompañen sus propios hijos, cuyas pensiones, con la hucha estatal llena de telarañas, no están ni siquiera garantizadas. Los que más perderán -o perderemos- con la progresiva bajada de las pensiones no estaban -o no estábamos- en las manifestaciones.

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