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Latidos de Valdediós

Apariencia frágil con alma de gigante

Sobre las palabras de la madre de Gabriel, que, rota de dolor y sobreponiéndose a su pena, nos exhortaba a no odiar y hacía pública su fe en la "buena gente"

Aún estamos temblando y sobrecogidos de pena, de tristeza, de impotencia? con la imagen de Gabriel y sus "pescaítos" inundando nuestros ordenadores, radios, televisores y móviles y grabándosenos a fuego en las retinas y el alma, cuando Dios -que es tan bueno- acude a consolarnos y a mostrarnos que -a pesar de tanta crueldad inexplicable y absurda- la bondad y la grandeza del corazón humano son mayores y más fuertes que el odio y el mal que algunas veces se adueñan de algunas personas y nos hacen estremecer, como en el caso de la mujer que ha matado a Gabriel.

El lunes recé mucho por esta familia tan cruelmente golpeada por todas estas terribles circunstancias y recé muchísimo por sus padres. No se me iban de la cabeza su dolor y lo traumático y cruel de la situación, cuando de pronto alguien me envió un audio de la madre de Gabriel que me hizo dar gracias a Dios y llorar de gratitud por haber recibido el consuelo de escucharlo. Eran las palabras de una madre rota de dolor que -contra todo pronóstico- sobreponiéndose a su pena, nos exhortaba a no odiar y hacía pública su fe en la "buena gente".

Personas como Patricia, la madre de Gabriel, hacen el contrapeso a las maldades que cometemos y ensombrecen nuestra vida. Necesitamos muchas personas como ella que, cuando tiene todo el derecho a la ira, a la rabia y al odio, a desear el mal a la persona que le ha arrebatado la vida de su niño, nos descuadra a todos y nos desinstala de nuestra rabia y nuestra indignación diciéndonos que ella sigue creyendo en el ser humano y que hay que aprender a levantarse y caminar de nuevo cada vez que el mal nos golpee y nos derribe por tierra.

Reconozco que me hizo llorar y me ha parecido que esta mujer de apariencia frágil y sencilla es un gigante de una humanidad y una generosidad? Me conmueven especialmente las palabras que nos dirige salvaguardando la figura del padre de Gabriel y diciendo que era "el mejor padre" para su hijo y que a nadie se nos vaya a ocurrir pensar mal de él. Hubiera sido tan fácil rebotarse contra él y culparle? ¡Bendita lección de amor del verdadero, no de garabato! Amor del que se vive y no se cacarea. Amor del que respeta el dolor del otro y lo cubre de un manto de lealtad y respeto. Qué bonitas sus palabras: "quiero estar con él, porque está destrozado y tenemos que salir de esto juntos". Qué grande que este dolor los haya unido y no separado.

Qué grande que cuando todos hemos clamado "juzgando" a la asesina y pidiendo justicia, la mamá del "Pescaíto" haya sido capaz de sacudirnos de nuestra furia y nos haya resituado en la verdad. Qué grande que nos haya pedido que nos olvidemos de lo malo y nos centremos en lo bueno que la muerte de su hijo ha traído, todas las cosas buenas que ha sacado de la gente. ¿Os dais cuenta lo que significa que esta mujer salga de sí misma y de su dolor y nos arrastre a todos hacia arriba, obligándonos a dejar de embarrarnos en el lodo del odio?, ¿os dais cuenta de que la que hace esto es una mujer que tiene en ese preciso momento el cadáver de su hijo en el anatómico forense esperando una autopsia?

Qué grande que nos pida pececitos, canciones y corazones unidos. Qué alma más grande en esa madre. Reafirmo mi tesis de que una madre es el ser más fuerte del universo. ¡¡Gracias, Patricia!!

Un abrazo fuerte y hasta el próximo viernes.

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