La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mirada femenina

Ser, amar, callarse y escuchar

A veces, cuando pienso en la vida, me viene a la cabeza la imagen del funambulista caminando sin protección por la cuerda floja, y me pregunto por la capacidad de hallar el equilibrio perfecto entre dentro y fuera.

Ese equilibrio capaz de permitirte ser y que irremediablemente pasa por sentirse bien en el entorno, estar en paz con uno mismo, y también con los demás.

Dominar el arte de ser y estar en tu centro puede llevarte toda una vida, o varias. Desde luego, yo estoy en ello. Y paso periodos mejores y peores. Otros ni siquiera se lo plantean.

En la ciudad damos tantas vueltas a cosas banales que fácilmente dejamos de creer en nosotros mismos y en nuestras posibilidades como seres humanos, y, lo peor de todo, terminamos menospreciando nuestra capacidad para ser felices.

A menudo empezamos a entender de qué va la película tras los primeros disgustos. Uno crece y aprende con más fuerza desde el dolor. Lo que duele nos hace más fuertes.

Podríamos decir que, en parte, la vida es caminar hacia uno mismo para poder llegar a los demás.

Autoconocerse para amar mejor, y con un poco de suerte morirse en paz.

Y qué es amar si no tener ganas de escuchar a la persona amada. O simplemente estar en silencio a su lado.

Para poder amar hay que tener espacio. Si estás demasiado lleno de ti mismo es imposible. También necesitaremos cierta capacidad de escucha y ausencia de maldad.

Un cerebro tóxico puede hacer muchas otras cosas pero nunca podrá amar.

Ya lo dijo Martin Heidegger en "El Ser y el Tiempo".

El filósofo alemán subraya la importancia del Ser frente al Tener, y, a su vez, considera el Amor y el Arte como las dos únicas maneras de alcanzar el Ser.

Amar es una forma de autorrealización en sí misma y no sólo una manera de estar acompañado en el mundo.

El miedo a la soledad forma parte de la angustia vital inherente al ser humano. Y para Ser en mayúsculas debemos superarla.

¿Quién soy? y ¿qué puedo ofrecer?

Es importante poder responder a estas dos preguntas para saber si estamos o no en disposición de amar.

Muchas personas se quejan y creen que no pueden desarrollarse por falta de medios.

Es cierto que tener una vida digna te libera de preocupaciones y te otorga cierto margen de maniobra. El dinero es un bien material necesario y aunque no es el camino hacia la felicidad puede facilitar las cosas.

Pero algunos hombres caen en el error de pensar que para ser amados deben ser ricos. Se equivocan.

Como todo lo bueno en esta vida, amar y ser amado debe salirnos completamente gratis.

Los mejores músicos no son aquellos virtuosos que dominan su instrumento haciendo florituras, ni aquellos que invierten millones en sus shows. Los mejores músicos son los que saben jugar con el silencio; callarse y escuchar para luego emitir la melodía imprescindible.

Ese mismo principio lo podemos aplicar a cualquier otra profesión, y, por supuesto, también al arte de ser y amar.

Compartir el artículo

stats