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Sol y sombra

Pensiones

El pensionista de hoy y el de mañana se mueven entre la manipulación y el cinismo. Unos y otros tienen millones de motivos para preocuparse por el futuro que les espera con una caja de la seguridad social arruinada, el desempleo y los bajos sueldos que impiden generar los ingresos necesarios para mantener estable la cobertura. A ello habría que añadir los escasos esfuerzos que se hacen con el fin de evitar el fraude fiscal y recaudar las cantidades de dinero que requiere un sistema en riesgo de quiebra. Con el resto se puede hacer la demagogia que se quiera, siempre será bien recibida por los miles de personas con miedo en el cuerpo que ayer se manifestaron, preocupadas por la extinción paulatina del último salario.

Pablo Iglesias, el líder del partido populista que manipula indecentemente a los manteros africanos para provocar el caos, ya ha transmitido que es un orgullo caminar junto a la generación que trajo la democracia. Claro, por supuesto. ¿Cómo no? Su discurso alejado de la realidad no cuesta trabajo mantenerlo. Del mismo modo que exige una revisión de las pensiones, reclama también la cobertura social para los inmigrantes sin papeles, una renta básica para todos, menos años de actividad laboral, adelantando la edad de jubilación, y una reducción de la jornada que sólo resultaría factible compaginando los ritmos de trabajo a una producción eficaz hasta ahora pendiente de un milagro en este país.

El cinismo viene cuando un ministro o un banquero recomiendan como solución el ahorro a los españoles con pequeños sueldos congelados para garantizar su futuro de pensionistas a punto de ser arrojados al vacío por un sistema que hace agua por todos los sitios. Zapatero congeló las pensiones y Rajoy apenas las ha movido con subidas ridículas que han hecho perder a los jubilados poder adquisitivo. No existe gran capacidad de reacción en este asunto salvo generar mayores ingresos en la Seguridad Social por productividad. La única respuesta es más populismo.

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