Un coche localizado con matrícula belga que se desplazó de Waterloo a Suiza a buscar a Puigdemont fue el que delató al expresident. El CNI sólo tuvo que seguir al vehículo con el que habitualmente se movía. La planificación del viaje a Finlandia fue un desastre, y debido a la torpeza y a la diligencia de los espías el pájaro está en una jaula alemana. La histérica reacción independentista corrobora, a su vez, el amateurismo de los instigadores del procés y sus más hiperventilados seguidores. Nubladas las razones por el cúmulo de falsedades que derrocha la propaganda indepe, cabe resignarse, paciencia, ante la exhibición impúdica y constante de idiocia.
En primer lugar, el presidente del Parlament erigidiéndose en cabecilla de la nueva rebelión e inventando pronunciamientos institucionales sin contar con los partidos contrarios al independentismo. Renunciando a ejercer el papel que le corresponde y que sería hallar un candidato para desbloquear la situación política. La alcaldesa de Barcelona, gruyendo que en Catañuña hay un estado de excepción. ¿Acaso sabrá lo que es?
Ellos y otros muchos más acusando al Estado de represión por aplicar una euroorden y detener a un fugado sobre el que pesan las acusaciones de rebelión, sedición y malversación de fondos. Utilizando, desde el primer momento, la expresión presos políticos para los políticos presos. Insistiendo en que los que se fugan para evitar la cárcel después de haber delinquido son exiliados por sus ideas políticas. O promoviendo una falsa primavera catalana en contra de la justicia, como si este no fuera como cualquier otro estado democrático europeo un país garantista.
