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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El calvario de Germán

Si existe una persona en Gijón que en los últimos meses ha sufrido un calvario, un gólgota empinado e infranqueable, ese alguien es el joven Germán, postrado durante semanas en el filo tenue que separa la vida de la muerte, tras sufrir una brutal paliza una noche fatídica y absurda. Germán ha vuelto, como Lázaro, al escenario de lo cotidiano tras un cíclopeo esfuerzo, de su familia y de sus cuidadores, que ni un solo minuto perdieron la fe en la recuperación. Y sobre todo por el empeño de sí mismo en aferrarse a un milagro.

Los milagros existen cuando se dibujan con el lápiz de color verde de la esperanza. Con la primavera recién florecida, Germán se dejó ver de nuevo en su tierra rodeado desu gente, reverdecido como ese tallo hendido por el rayo que aún en su desnudez fría presta habitación a un pajarillo. Y con su presencia sentimos que merece la pena luchar, no amilanarse, imponerse la férrea disciplina de sobrevivir aún al golpe más certero y más duro.

Germán nos está brindando una notable enseñanza: que siempre se obtiene rédito de la constancia. Que todos cargamos al hombro con cruces que suponen una pesada losa pero que siempre habrá un brazo cireneo dispuesto a hacernos más llevadera la carga. A veces, cercano y conocido; en ocasiones, gente de la que no sabíamos antes y que nos ofrece una bocanada de vida.

Muchas personas han estado al lado de Germán en estos meses de zozobra, cada una en su puesto, desde su sitio, haciendo mucho por él o transmitiéndole su apoyo y su ánimo desde la lejanía. Anónimos muchos que han sumado brío y coraje al desaliento.

Aún le queda al convaleciente un duro camino por recorrer, una senda empedrada que transitar. Pero no estará solo: habrá muchos brazos en los que apoyarse hasta que las piernas aguanten de nuevo el peso de la vida.

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