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Periodista

Renombrando la realidad a capricho

Los argumentos contra una decisión sectaria

Andan los miembros del equipo de Gobierno municipal (Somos, PSOE e IU) afanados en poner nuevas placas en las 21 calles de Oviedo a las que cambiaron el nombre a finales de 2016, en lo que entonces califiqué como la operación más sectaria, revanchista, rencorosa, mezquina y arbitraria de cuantas haya fraguado una Corporación en esta ciudad en las últimas décadas. Nadie ha venido a desmentir lo que pensaba entonces y sigo pensando ahora, y me sigue causando un profundo bochorno tanta estrechez moral e intelectual, publicitada por nuestros gobernantes locales como un logro y un avance democrático sin igual, lo que me sonroja aún más.

La decisión del cambio de calles -que ni siquiera se sometió a la aprobación del Pleno- fue muy contestada por los ovetenses. Los vecinos de la plaza de La Gesta presentamos en el Registro municipal 2.270 firmas en contra del cambio, firmas que imagino acabarían en la papelera de Alcaldía o de la concejalía de Participación. Porque una cosa es participar asumiendo las directrices políticas de quienes gobiernan y otra, muy distinta, hacerlo libremente y sin sometimientos doctrinarios al pensamiento único de esta izquierda iletrada que nos ha tocado en gracia. Esa participación no mola nada y nos lo dejaron muy claro.

El cambio, además, fue recurrido en su momento, al menos, por la Hermandad de Defensores de Oviedo, por el Grupo municipal del Partido Popular (PP) y por un particular. Que se sepa, ninguno de los tres recursos judiciales ha sido resuelto, de modo que lo razonable sería esperar a un pronunciamiento firme de los tribunales para hacer efectivo el cambio. Pero razonable y tripartito son términos antagónicos. Así que Don Wenceslao López y sus concejales se apresuraron ya en 2017 a dar instrucciones a las compañías de electricidad, gas, telefonía, etc, para que sustituyesen los nombres afectados por las nuevas denominaciones. Y ahora nos van a poner placas nuevas y mucho me temo que no nos van a ahorrar el discurso de que esto es un avance democrático de la leche en polvo.

Bueno, entiendo que se esfuercen en tan magna tarea, porque en pocas más se han empleado. Ayer cambiamos los nombres a las calles, luego lo intentamos con un colegio, hoy cambiamos los nombres a los pueblos... Y así pasan los días, entretenidos en renombrar la realidad y posiblemente convencidos de que hacen algo útil. Y esta ciudad a la que tan poco quieren, y sus habitantes, mayoritariamente despreciados o ignorados por su Ayuntamiento, vemos como poco a poco todo es rebautizado a capricho personal del tripartito, que está convirtiendo la capital de Asturias en el lavadero público de sus odios, sus obsesiones y sus resentimientos.

Espero que las placas nuevas tengan algún día su lugar en otras calles, en calles nuevas a las que se den nombres nuevos, y que podamos librarnos de este espíritu de revancha, de este "quítate tú que me pongo yo" y de esta obsesión en hacernos creer que tienen la verdad agarrada por el rabo y que no hay más versión de la historia que la suya. Entre tanto, me queda el consuelo de no haber oído a nadie, en año y medio, decir que se dirige a la plaza del Fresno o a la calle Federico García Lorca. Porque pese a quien pese, y con mi sincero respeto para los fresnos y para el gran poeta granadino, para la mayoría -esa mayoría desdeñada por su Alcalde y sus concejales de Gobierno- siempre serán la plaza de La Gesta y la calle Calvo Sotelo.

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