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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

El futuro era el argayu

El atraso endémico del Principado

Setenta años después de su publicación, el ya clásico "1984" de George Orwell encabeza las listas de libros de bolsillo más vendidos semana tras semana. Cada vez consumimos más series de televisión de ciencia ficción. Los episodios de "Black Mirror" o "Altered Carbon" se devoran con fruición. Da la impresión de que el futuro está tan de moda, interesa tanto, porque explica el presente. Es decir, porque el futuro es esto que ya estamos viviendo.

Una sociedad permanentemente conectada, el uso de una neo lengua para hacer pasar por verdad lo que es mentira, el sometimiento continuo a la valoración de la mayoría, el uso de plataformas inteligentes que buscan los emparejamientos más adecuados, el sometimiento al ojo del Gran Hermano que todo lo ve o la imposición del pensamiento único de lo políticamente correcto son solo unos pocos ejemplos.

Si se traducen al presente estos argumentos habituales en las series de ciencia ficción, resulta que ya estamos conectados a internet unas 6 horas diarias, llamamos daños colaterales a la matanza de civiles, castigamos al camarero que ha tardado en servirnos con un cero pelotero, Tinder y otras plataformas nos buscan los ligues con más posibilidades de funcionar, hay muy pocos lugares públicos donde no nos observe una cámara o en la universidad los alumnos ya piden que no se proyecte el primer documental de la historia ("Nanuk el esquimal") porque muestra una matanza de focas.

Todo esto es aplicable a casi todas las sociedades del presente, incluso a la asturiana. La diferencia es que aquí el futuro convive hoy con el pasado finisecular y decimonónico. Para Asturias el presente es una distopía, un mal sueño. El argayu es todo un símbolo de este atraso endémico que arrastra el Principado. Que el desprendimiento de tierra y piedras por la ladera de un monte deje asilado un concejo de 1.500 habitantes es un anacronismo, impropio del siglo XXI.

Y no es el único. ¿Cuántas veces se ha suspendido este invierno la comunicación por ferrocarril con la Meseta? A la espera del AVE, seguimos atravesando el mismo camino que abrió Jovellanos en el siglo XVIII. Aunque tenemos aeropuerto, de cuando en cuando hay que esperar con el abrigo y la bufanda puestos porque la calefacción no acaba de funcionar del todo bien; y eso que estamos a la cabeza de los vuelos más caros de España. También tenemos una gran autovía que cruza la cordillera, eso sí pagando más de lo que Jovellanos pagaba a los asaltantes de caminos cuando iba a Madrid.

Somos un mundo de ciencia-ficción histórica. Netflix, que ahora prepara la quinta temporada de las distopías de "Black Mirror", debería dedicar un episodio a Asturias. Ese Shangri-La, ese paraíso perdido, que a base de estar aislado del mundo, el viajero puede contemplarlo en todo su esplendor, tal cual estaba en época de don Pelayo allá por el siglo VIII. Hasta vendría bien un poco de publicidad en el marco de la gran celebración que se va a vivir en Covadonga. Por cierto, ¿no era este año? Pues ya estamos en abril. Y si se busca Covadonga en Google, hasta la pantalla siete no se habla de celebración alguna. El futuro tiene estas cosas. Hay que verlo venir.

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