Según un reciente estudio publicado por "The Economist", España figura entre los diecinueve países con mayor calidad democrática del mundo. Sin embargo, la idea de que aquí se persigue a los políticos por sus ideas, no a los políticos que cometen delitos para llevarlas a cabo vulnerando la ley por medio de golpes de estado, ha entrado a formar parte de esa leyenda negra nacional que el Gobierno, en el caso del procés, no se ha esforzado hasta ahora en combatir en el exterior con la adecuada pedagogía. No sabemos si por un exceso de celo para no inmiscuirse en la causa seguida por los jueces contra los golpistas catalanes, por pereza intelectual o incapacidad, que a la postre vienen a ser lo mismo.
Pero parece como si la verdad, al igual que sucede con la civilización, tuviera siempre el pelotón de soldados de Spengler dispuestos a salvarla. En ese pelotón figura el escritor Javier Cercas, que ha hecho el trabajo que el Gobierno ha descuidado dejando el prestigio de España en manos de la propaganda independentista, del victimismo y de la confusión. En un artículo que sintetiza la realidad, publicado en el periódico bávaro Süddeutsche Zeitung, uno de los más espesos a la hora de interpretar las entrañas del secesionismo catalán, Cercas ha ejercido la pedagogía que tanto se echaba en falta contándoles a los alemanes el camino seguido por la rebelión hasta culminar en el flagrante ataque al Estado de derecho. Que el artículo lo escribiese antes de la decisión tomada por el tribunal de Schleswig-Hosltein sobre Puigdemont no cambia nada salvo la necesidad de seguir insistiendo en los hechos para contrarrestar la miserable propaganda que persigue la internacionalización del conflicto contra la imagen de España. Y recordarle a la opinión pública que el año pasado el Tribunal Constitucional de Alemania negó a Baviera el derecho a un referéndum de independencia porque la secesión vulneraría su Ley Fundamental.
