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Carmen Pérez Novo

Los peligros de la soledad

La importancia de las relaciones sociales para la salud

La soledad es un estado propio del individuo, y todos la precisamos, en nuestro tiempo, para encontrarnos con nosotros mismos. Ahora bien, debemos ser cautos en este asunto, ya que existe una diferencia clara entre el estado objetivo de soledad y la sensación subjetiva de la misma. De hecho, hay personas que, aunque viven acompañadas, perciben un vacío afectivo total, o tan considerable, que les produce una respuesta personal semejante a la soledad. Son de sobra conocidos los cuadros de ansiedad y estrés en personas sometidas a la constante presencia de otras a su alrededor. La ausencia de espacios para el encuentro personal con uno mismo, favorece la presencia de comportamientos rutinarios guiados, exclusivamente, a cumplir con un plan de vida preestablecido, guiado por normas y carente de creatividad y libertad. Otras muchas, sin embargo, viven objetivamente solas y no sienten ningún vacío. De ellas, algunas, tienden a buscar la soledad, son esquivas en sus relaciones, pudiendo, incluso, presentar cuadros de fobia a la relación social. Por otra parte, hoy, sobre todo en las grandes ciudades, hay muchas personas que viven solas, o bien por el alejamiento de los hijos, por un divorcio o por la pérdida de los seres con los que convivían, como es el caso de la viudedad o fallecimiento de los padres?

Y aquí es donde debemos tener presente lo importante que resulta el mantener relaciones con otras personas. Porque somos seres sociales. Y necesitamos comunicarnos, tener compañía, comprensión, serenidad. El mantener escasas, o nulas relaciones interpersonales, indudablemente, no es bueno para la salud. Y no lo es, hasta el punto que puede llegar a convertirse en el mayor enemigo del alma.

Por ello, cuando sintamos esta sensación de soledad, debemos escuchar atentamente el mensaje e identificar las verdaderas necesidades. ¿Necesitamos una relación íntima? ¿Una buena amistad? ¿Una persona con quien hablar y reír?... Indudablemente, es preciso que descubramos que tipo de relación queremos establecer y, luego, emprender una acción inmediata para que eso se produzca, aumentando los canales de comunicación, participando activamente en actividades de grupo, motivándose por las necesidades de la otra persona, y no exclusivamente por las propias, y, siempre, teniendo en cuenta que un adecuado nivel de salud, supone tener una buena capacidad para vivir la individualidad, aceptarse a uno tal y como es, y conseguir un cierto grado de autonomía personal que permita una relación con los demás, carente de dependencias.

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