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Director del Festival de Cine Europeo de Sevilla

Filmar, montar, mezclar... y resistir

Un cineasta indiscutible, exigente.

Martin Scorsese: un superviviente al que justo es reconocer su inagotable energía, su desprejuiciado afán de integrar la cultura popular -sobre todo la música- en una interminable y embriagadora búsqueda sin fin.

Filmar, montar, mezclar. Ese era uno de los leit motiv de la extraordinaria exposición comisariada por Kristina Jaspers y Nils Warnecke que le dedicaron en la Deutsche Kinemathek y la Cinèmatheque française hace un par de años.

Scorsese, sí, practica un cine acerado donde el ritmo de cada secuencia viene determinada por la indisoluble interacción entre el movimiento, ubicación de la cámara, montaje y las mezclas de sonido. Con esa música arrebatada y visceral, con esas canciones que ya no son las mismas tras haber acompañado las historias y las imágenes cómplices de un Michael Balhaus, por ejemplo. Cine en perpetuo movimiento, empujado por esas coreografías que te embarcan en un universo propio, reconocible e inabarcable.

Y qué gratificante resulta encontrarse con un cineasta que asume el sano ejercicio de equivocarse, que está en búsqueda permanente y nunca ha cejado en el empeño de sorprender al espectador, con quien mantiene una relación cómplice y sorprendentemente duradera.

En el momento justo

Un premio éste de la Fundación Princesa de las Artes que parece llegar en el momento justo: cuando aún estamos a tiempo de implicarnos en la batalla por la supervivencia y la reivindicación del cine como arte y como lenguaje.

Ahora que parece que al fin la educación cinematográfica está llegando a los centros de enseñanza de este país, si bien con décadas de retraso, un tiempo precioso malgastado y con muchas batallas perdidas (entre ellas la mediática), una figura como la de Scorsese puede ser la mejor de las armas.

Porque existe una diferencia fundamental entre él y su numerosa legión de imitadores: el respeto y el profundo conocimiento tanto de aquellos cineastas que ayudaron a construir la historia del cine como de los movimientos de renovación y ruptura, siempre tan necesarios.

Una militancia irreductible que combina herencia, conocimiento y recuperación del patrimonio cinematográfico, como él ha hecho a través de la Film Foundation. También hablamos de difusión, de estudio, de análisis. De un esfuerzo por resucitar a cineastas olvidados, por iluminar cinematografías que habían permanecido ignoradas en las últimas páginas de las caducas enciclopedias de cine.

Celebremos pues el cine de Martin Scorsese, sí, pero unámonos a esa pelea.

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