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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El dilema de Moriyón

El Ayuntamiento de Gijón se eleva en globo tal vez para, desde las alturas, divisar mejor el paisaje y así decidir, entre las nubes, si merece la pena que la Alcaldesa se suba al carro de la candidatura autonómica de su partido en las próximas elecciones. Aseguran los finos analistas de la cosa política local, los que gustan de escrutar el porvenir al romano modo, en las vísceras de una lechuza o en el graznido de un cuervo, que Moriyón se lo está pensando, que a lo mejor -o a lo peor, según se mire desde el punto de vista de su valía profesional- decide dar el salto al escenario regional. Apuntan los augures que desde dentro de su partido se lo están pidiendo los que la consideran el mejor activo que le queda al casquismo, la última bala en el tambor para evitar la irrelevancia. Una última bala, pero de cañón, piensan quienes ven en la cirujana el rostro más amable del cartel electoral, mejor que el puño de hierro.

Ella, que aseguró hasta el hartazgo que ocho años en el ejercicio de la política era plazo suficiente, ni confirma ni niega, pues no resulta razonable, a un año de que finalice el mandato, mostrar las cartas. Si continúa, porque el resto de contrincantes la va a tener en el punto de mira como al muñeco del pimpampum, y si anuncia su marcha, porque no puede dar la impresión, con doce meses aún de contrato, de batirse en retirada.

Hay que tener cuidado con la visión deformada de la realidad que favorece el hecho de situarse en altura. Si el globo sube muy alto, los ciudadanos se ven como hormigas, y esa percepción puede conducir al error de considerar que, por querencia al hormiguero, los minúsculos votantes que se atisban desde la barquilla entregarán su papeleta a Foro. Y va a ser que no.

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