Por una absurda pugna localista, Asturias se quedó hace dos décadas, a finales de los años noventa del pasado siglo, sin poder ofrecer los estudios universitarios de Educación Física, el entonces llamado INEF. Y los jóvenes asturianos que pretendían acceder a esta titulación se veían obligados a desplazarse a Madrid, León o La Coruña, ciudades donde se impartían unos estudios muy demandados. Ya entrado el siglo XXI, la región puede volver a perder el tren de un grado universitario que ahora se denomina Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por culpa, otra vez, de una discusión territorial no exenta de cantonalismo, en esta ocasión entre Gijón y Mieres.

Que dos ciudades tan estrechamente unidas -no hay que desdeñar el elevado número de mierenses que habitan en Gijón, la mayoría de ellos jubilados que tienen su segunda residencia en la villa de Jovellanos- se enfrenten a causa de un título universitario de nuevo cuño sólo pone de manifiesto que aún se mantiene viva una cierta mentalidad de campanario que era habitual en otras épocas y que parecía superada. Y que esa disputa de alcaldes de Zalamea ponga incluso en peligro un proyecto supramunicipal tan relevante como la creación de un área metropolitana en el centro de Asturias debería hacer reflexionar a una clase política que en ocasiones antepone el frentismo al interés general de la ciudadanía. La búsqueda de un proyecto común para la región alejado de absurdos cantonalismos debería guiar la hoja de ruta política de los distintos poderes públicos. El protagonismo compartido resulta a un territorio más saludable que la estrechez de miras y los minifundios mentales.

Asturias anhela una titulación que proporciona formación teórica y práctica para trabajar como profesional del deporte en campos como la educación, el rendimiento deportivo, el ocio, la salud o la gestión deportiva. Especialmente porque los alumnos asturianos no tendrían que desplazarse a cursar los mismos estudios a otras regiones. Y no puede renunciar a ese grado universitario por culpa de una improductiva rivalidad entre ciudades hermanas.

Decidir la sede de esa futura titulación es una cuestión académica que compete a la Universidad de Oviedo, por lo que conviene huir de la politización del debate acerca de la ubicación más idónea del grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Aunque estén obligados a defender los intereses de su territorio, los mandatarios municipales corren en este asunto el riesgo de incitar a los localismos excluyentes, en lugar de fomentar querencias y alianzas. No cabe duda de que los asturianos, independientemente de la ciudad que habitemos, somos más fuertes juntos que por separado.