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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Violencia en el deporte base

De vez en cuando nos desayunamos con noticias que vinculan el fútbol con actos de violencia, no siempre en Gijón pero también aquí, como lo ocurrido en la última jornada en un partido de cadetes en el campo del Tragamón. Según relata la crónica, un jugador del Veriña amenazó de muerte al árbitro, le agredió y le insultó gravemente. El orden de los hechos relatados no altera la gravedad del asunto sino que la multiplica.

El deporte es el espejo de la vida. Los valores del juego limpio deberían a su vez aplicarse al día a día. Al menos ése es el objetivo de la práctica deportiva a edades tempranas: aprender a ejercitarse en el esfuerzo solidario, en el comportamiento leal y correcto con el contrario y respetuoso con el árbitro. Valores de obligada aplicación a los que siguen cada partido de divisiones inferiores desde la grada. La violencia siempre empieza siendo verbal y puede acabar como el rosario de la aurora.

Que un chico de 15 años cometa ese serial lamentable de incorrecciones, punibles tanto en la práctica deportiva como en el día a día, debería hacernos reflexionar, a él en primer lugar, que ya no es un niño; también a sus padres y entrenadores, pero sobre todo a todos nosotros, que hemos decidido convertir el deporte no en juego noble y en una escuela de socialización sino en una competición en la que sólo existe un objetivo: ganar, derrotar al oponente.

El Veriña ha hecho bien en denunciar públicamente unos hechos que hasta ahora se ocultaban y en expulsar al jugador del club, pero haríamos mal en demonizar al joven agresor. Habría que aprovechar la oportunidad, por muy lamentable que sea, para reconducirlo hacia el respeto deportivo. Un argumento éste que debería asumir como suyo el recientemente creado Observatorio local contra la Violencia.

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