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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

Covadonga y la historia

Se impone la tendencia de reescribir el pasado de acuerdo con nuestros gustos

Un senador valenciano y una senadora asturiana se enfrentaron la pasada semana en el Senado. El nacionalista valenciano Carles Mulet acusó a la asturiana Rosa Domínguez de "franquista", "rancia" y "ridícula". La recriminó, además, por alentar "falsedades históricas". Todo ello porque la senadora de Foro había pedido que se emitieran unas monedas y unos sellos para conmemorar el triple aniversario relativo a Covadonga que este 2018 se celebra en el Principado.

¿Es una falsedad histórica la batalla de Covadonga? Es innegable que hubo una batalla en las proximidades de Cangas de Onís en el siglo VIII y que hubo un tal Pelayo que comandó las tropas locales. Puede no gustar la mitificación que se ha hecho con ese acontecimiento, pero no por eso hay que negarlo. No podemos culpar ahora a Pelayo de la dictadura franquista.

¿Es una falsedad histórica que se coronara la imagen de la Virgen de Covadonga en 1918? Hay hasta fotografías del acto, en las que extrañamente no aparece Franco, con lo que le gustaban estas cosas. Guste o no, la historia de este país, España, está estrechamente vinculada a la religión. Nadie se atrevería a tachar de franquistas el Camino de Santiago o el monasterio de Montserrat y nadie les negaría un mísero sello de correos que ya nadie usa.

Que hace cien años esa zona de los Picos de Europa fuera declarada Parque Natural es un hito mundial en la historia de la protección de la naturaleza y en la historia de la ecología. Negarlo hoy, cuando ya todos somos verdes, sería tan necio como negar el cambio climático.

¿Qué tiene de franquista conmemorar estos tres centenarios? Acusamos al franquismo de utilizar la historia mientras asistimos impasibles a una muy preocupante tendencia a reescribir la historia a nuestro gusto. Queremos interpretar el pasado con la perspectiva de hoy, sabiendo lo que sabemos hoy, y lo que hacemos es distorsionarlo, construirnos un pasado a la medida del presente, a base de retorcer los hechos hasta dejarlos irreconocibles.

Es una tendencia que se impone en el mundo entero. Basten unos ejemplos. El Tribunal Supremo de Estados Unidos estudia la demanda de un ciudadano contra Google. El individuo fue acusado de un delito y posteriormente absuelto por falta de pruebas. Al indagar en el buscador sobre su persona lo que aparece de forma destacada es su historial delictivo, cuando era un encausado, información que, al ser absuelto, resulta ser falsa. Los periódicos tienden a dar las malas noticias -la acusación- y pasan por encima de las buenas -en este caso la exculpación-, con lo que el muy artificial y poco inteligente buscador se limita a dar fe de las noticias con las que se ha alimentado. Será muy ilustrativo ver lo que dictamina la justicia. De ello depende que Google siga escribiendo la historia.

El National Geographic publicó en abril un número monográfico para limpiar su pasado. La revista se lamenta de haber ensalzado la raza blanca y denigrado el resto de las razas en sus fotografías y en sus textos durante sus más de cien años de historia. La editora del magazine asegura que determinadas tribus fueron tratadas como "salvajes" por sus periodistas, que exhibían una arrogante actitud "colonialista". Sería un enorme error reescribir la historia obviando que, durante muchos años, Occidente mantuvo un comportamiento racista hacia otros pueblos de la tierra. Lo contrario sería engañarnos a nosotros mismos.

El diario "The New York Times" puso en marcha el pasado 8 de marzo el proyecto Overlooked, consistente en publicar obituarios de mujeres destacadas a las que no prestó atención suficiente cuando murieron. Los hechos y la historia son tozudos. Durante muchos años los periódicos hemos discriminado a las mujeres. No podemos cambiarlo porque no nos guste, no podemos lavar nuestra conciencia reescribiendo el pasado.

Nos empeñamos en equiparar a Pelayo con el Rey Arturo, como hizo el senador valenciano, en considerar el catolicismo español un invento franquista o en calificar los parques nacionales de invento fascista por llevar el apellido nacional. Y así se reescribe la historia.

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