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Sol y sombra

Otra vez, perplejos

Comprar un chalet no es reprobable, sí practicar la ley del embudo

Vivimos de la perplejidad. Pero es una confusión basada en no sé que tipo de inocencia que nos lleva a confiar más en la integridad moral de un tipo con coleta casual wear y malhumorado que en un calvorota capitalista de traje y corbata. Sin embargo no hay que fiarse de las apariencias, mucho menos de la palabra del hombre blanco que habla por boca de serpiente.

Pablo Iglesias e Irene Montero, la pareja líder de Podemos, se han comprado un chalet en el campo con una hipoteca de 540.000 euros a pagar en 30 años. El chalet cuenta con alrededor de 250 metros cuadrados construidos en una parcela de más de 2.000, con piscina. La pareja espera dos hijos y tiene tres perros, por ese motivo han buscado una vivienda con jardín. Un colegio público en las inmediaciones, especializado en educación alternativa, aguarda a los gemelos.

No hay desintegración moral, ni contradicción salvaje, creo yo, en hipotecarse para comprar un chalet si la pareja se lo puede permitir. La política profesional, además, está para que prosperen los que la ejercen, por mucho que Podemos se empeñe en predicar lo contrario. El aggiornamento acabará conduciendo a los iglesias y monteros de hoy por el mismo camino de quienes los precedieron ayer y lanzaron consignas incendiarias contra la burguesía, para luego echarse en sus brazos.

La objeción es que hace tan sólo unos años Iglesias criticaba la compra por parte de Luis de Guindos, exministro de Economía y actual vicepresidente del Banco Central Europeo, de un ático de lujo de 600.000 euros. No se puede confíar el país a un tío así, venía a decir. Ahora, Podemos repite que no se trata del mismo caso. Pues no, el atico de Guindos, creo recordar, no tenía piscina.

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