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Joaquín Rábago

De mal en peor

La agresividad en la política exterior norteamericana con el cambio de Bannon a Bolton como consejero de Seguridad

Muchos parecieron respirar aliviados cuando Donald Trump despidió de la Casa Blanca a su particular Rasputín, Steve Bannon.

Pero con la llegada como consejero de Seguridad Nacional del halcón entre halcones, John Bolton, las cosas no parecen haber mejorado, sino todo lo contrario.

No hay crisis mundial que para Bolton no pueda dejar de solucionarse con un bombardeo a tiempo, quizá piense Bolton. A juzgar por los hechos, no parecen importarle las consecuencias.

Que el Irak de Saddam Husein molestaba a Estados Unidos, tras haber sido utilizado por Washington para desgastar al odiado Irán en una larga guerra, sólo había que invadir ese país y cambiar su régimen.

Lo mismo habría que hacer con Siria, con Corea del Norte, si se empeña en envalentonarse, y por supuesto con el Irán de los ayatollahs, esto último, en total coincidencia con el primer ministro israelí, el cada vez más belicoso Benjamin Netanyahu.

Invirtiendo la célebre frase del militar prusiano Carl von Clausewitz, para el que fue embajador en la ONU bajo la presidencia del invasor de Irak George W. Bush, la guerra es la continuación de la política por otros medios.

La revista estadounidense "Foreig Policy" se refirió en cierta ocasión a Bolton como una "amenaza para la seguridad", y su agresividad en política exterior ha sido una constante en toda su carrera. En 2002, el entonces subsecretario para el Control de Armas y la Seguridad Internacional incluyó a Cuba en el llamado "eje del mal", grupo de países que podía ser bombardeado por Estados Unidos en cualquier momento.

En una declaración en la ultraconservadora Heritage Foundation, Bolton acusó al Gobierno de La Habana de poseer al menos un programa para el desarrollo de armas biológicas, algo que fue interpretado en la isla casi como una declaración de guerra.

Y en una columna de opinión que escribió hace tres años para el "New York Times", el hoy consejero de Seguridad Nacional señalaba que la única forma de deshacerse de "la bomba (nuclear) iraní" era "bombardearlo".

No deja de resultar paradójico que bajo la influencia de Bolton y otros halcones, el hoy presidente Trump, que expresó en su día su oposición a la guerra de Irak y acusó a la demócrata Hillary Clinton de querer arrastrar a EE UU a las guerras, sea visto por muchos en Occidente como la mayor amenaza para la paz mundial.

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