Italia prorrogará su estancamiento político unos meses tras el fracaso del nonato gobierno Liga-M5S. Al menos hasta septiembre si, como parece, el Parlamento no refrenda que la salida a unas elecciones sea hacer Presidente del Consejo a un economista de 64 años que ha trabajado 30 para el FMI.
El nombramiento de Cottarelli como jefe de un Gobierno técnico es prerrogativa del presidente italiano si estima agotado el margen de negociación. Igual que lo es el veto a un futuro ministro, como el impuesto el domingo a Savona, el euroescéptico y anciano candidato a Economía.
Sin embargo, este veto plantea dos cuestiones. La primera es que desencadenó la renuncia automática del ya casi presidente Conte, quien, a diferencia de otros predecesores suyos, no buscó recambio. Sabía que la Liga había optado por el órdago. Un desafío perdedor que revela cómo los liguistas prefieren ir a elecciones agitando la rentable bandera antimercado antes que gobernar con el M5S bajo la batuta de un próximo a los "grillini".
Y aquí llega la segunda cuestión. El presidente Mattarella justificó su veto por la necesidad de proteger los intereses económicos de los italianos. Ya saben: mercados agitados, prima de riesgo disparada. En los medios se ha machacado estos días con la fobia de Savona al euro y a Alemania. Pero ni la salida del euro ni la condonación de la deuda figuraban en el programa del Gobierno. Sí, en cambio, una ruptura con la austeridad ante la que Bruselas y Berlín han actuado matando a la serpiente en el huevo. La ley italiana lo permite, a diferencia de la griega.
Sin duda habrá quien respire al ver a la Liga lejos del Gobierno, aunque sea unos meses. Cabe preguntarse, con todo, dónde se alojan liberticidas más fieros. ¿En las madrigueras de la Liga? ¿O en las covachuelas de Bruselas y Berlín. ¿Ultras o burócratas y políticos arropados en la venda del mercado?
