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Tarjeta azul

Nuevo horizonte en España, con la atención en Italia

La pasada semana la Audiencia Nacional dinamitó la legislatura. La sentencia por la "trama Gürtel" no sólo confirma la adjudicación de obras públicas a cambio de un porcentaje para los implicados en esos concursos, sino que sitúa al Partido Popular como beneficiario del mismo entramado e incorpora dudas sobre la credibilidad de la palabra dada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su comparecencia como testigo (con obligación de decir la "verdad") en el propio juicio. Con independencia de los hechos probados que afectan a corruptores y corrompidos individuales, la sentencia sitúa al PP, como organización política, en el perímetro de un sistema ilegal de financiación y cerca a Mariano Rajoy ante un posible falso testimonio. Además, siguen en curso otra serie de procesos judiciales que pudieran elevar aún más el nivel de podredumbre en torno al Partido Popular y su presidente, Mariano Rajoy, que también lo es del Reino de España.

Ante esta situación, insoportable para cualquier sociedad, el Partido Socialista, liderado por Pedro Sánchez, ha presentado una moción de censura que se está debatiendo en estos mismos momentos. Espero y deseo que España pueda abrir un nuevo periodo, donde con independencia de las filias y fobias políticas de uno y otros, revitalicemos un marco de normalidad democrática y apelo, por ello, a las conciencias de sus señorías para la votación del día de mañana. Veremos.

Más allá de nuestras fronteras, toda la atención se está centrando en el crítico momento que atraviesa Italia. Durante las negociaciones para conformar gobierno entre Cinco Estrellas y La Liga pronto se filtraron varios documentos donde se exigía una quita por parte del BCE de su deuda pública y la creación de un modelo institucional para facilitar las salidas del euro (por cierto, posición que vota diariamente Podemos en el Parlamento Europeo). Finalmente, el acuerdo de gobierno contenía compromisos más livianos, pero el deseo del candidato a Presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte (también cuestionado por su nula experiencia), de nombrar ministro de Economía a Paolo Savona, quien defendió la salida de su país del euro y llegó a escribir un libro sobre cómo podría implementarse tal operación, acabó por dinamitar la situación. El Presidente de la República, Mattarella, en el ámbito de su mandato constitucional, decidió no validar ese nombramiento.

Si la decisión de Mattarella de bloquear el nombramiento de Savona me parece razonable, su propuesta de encargar un gobierno técnico a Cottarelli, recién jubilado como economista del FMI, ha sido una provocación. Conocí a Cottarelli el pasado año en la Asamblea Anual del FMI en Washington. En una conversación sobre las reformas pendientes de la zona euro se alineaba claramente con la actual posición que está defendiendo Francia e incluso se mostró cercano a las tesis más federalizantes. Sin embargo, aunque sólo sea por las connotaciones políticas de nominar a un antiguo funcionario del FMI, esta decisión sólo ha hecho que empeorar las cosas. En el momento de la redacción de este artículo aún no está claro si habrá un gabinete Cottarelli, que pudiera sobrevivir al verano, o bien si la convocatoria electoral será inmediata. Y si la crisis institucional no era ya suficientemente grave, el comisario de Presupuestos de la Unión, el alemán conservador Oettinger, declaró el pasado martes, en una entrevista celebrada en el Parlamento Europeo, que los electores italianos deberían tener presente la opinión de los mercados ante las futuras elecciones. Esta declaración muestra hasta qué punto algunas personas con alta responsabilidad aún no se han enterado de la gravedad del conflicto institucional.

En todo caso, los últimos días están siendo dramáticos mientras la tensión vuelve, en efecto, a los mercados. Italia registra un volumen de deuda pública disparatado y apenas ha hecho nada para mejorar la estabilidad de sus finanzas públicas. Por otra parte, la situación de varios de sus bancos se encuentra cuestionada, mientras que su renta per cápita lleva estancada desde hace décadas, no sólo desde su entrada en la zona euro, aunque tal decisión parece cuestionada ahora por muchos de sus ciudadanos. El gobernador del Banco de Italia ha llegado alertar ante una posible pérdida total de confianza por parte de aquellos que financian la deuda del país.

La inestabilidad italiana se ha desparramado ya por todo el globo. Las bolsas americanas, asiáticas y, por supuesto, las europeas cotizan a la baja y los riesgos de contagio se elevan. No será fácil salvar esta crisis en el conjunto de la Unión, especialmente de la zona euro.

En fin, mañana se votará la moción de censura en nuestro país y espero que Pedro Sánchez sea nuevo Presidente. Los socialistas tendremos una misión compleja en un entorno político delicado en España y con un foco de inestabilidad brutal en Italia. Tiento y acierto.

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