Si hace dos semanas nos hubieran dibujado el escenario actual, nadie lo habría creído: una moción de censura, encabezada por el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y apoyada por nacionalistas catalanes y vascos tumba al Gobierno de Mariano Rajoy (tras seis años y medio en el poder) y el artículo 155 de la Constitución se levanta en Cataluña, tras la formación de un nuevo Govern autonómico. Todo ello, tan solo una semana después de la aprobación de los Presupuestos elaborados por el PP.
La sentencia de la trama "Gürtel" ha sido el detonante que ha terminado con un Gobierno débil (abandonado inmediatamente por sus socios de Ciudadanos, tras saberse la condena al PP) y abre un escenario de incertidumbre a corto plazo ya que, inicialmente, Sánchez pretende gobernar solo con sus 84 diputados y la amalgama de formaciones que le apoyaron para derrocar a Rajoy supera esa cifra. No obstante, Sánchez ya tiene en su haber su resurrección política (tras haber sido defenestrado al frente de su partido) y convertirse en el primer líder de la democracia española capaz de imponerse en una moción de censura.
Por su parte, la salida del Gobierno de Rajoy no ha sido muy edificante (para el recuerdo quedarán sus ocho horas en un restaurante, mientras se debatía la moción que le desalojaba del poder), pero tiene la "virtud" (compartida con el PSOE, aunque no pudiera verbalizarse) de haber descolocado al que tenía más prisa en llegar a la Moncloa, previa convocatoria anticipada de elecciones: Albert Rivera, de Ciudadanos. Con el nuevo Ejecutivo y pasando a la oposición, Rajoy gana tiempo para reorganizar a los suyos y, unido a la previsible distensión que vivirá Cataluña en los próximos meses, deja fuera de juego a Rivera, gran perdedor en la nueva etapa que comienza ahora.
