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Alberto Menéndez

De Javier Fernández a Adriana Lastra

La relación con Asturias del nuevo presidente del Gobierno

Si la asturiana Adriana Lastra es la vicesecretaria (la número dos) del PSOE no es sólo porque le caiga bien al ahora nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no, es su mano derecha en el partido por algo tan fundamental como que gracias a ella, a su insistencia, a sus gestiones, no tiró la toalla y decidió dar la batalla interna para recuperar la secretaría general socialista después de verse obligado a dimitir tras rechazar sus propuestas el comité federal de la organización celebrado a primeros de octubre de 2016.

Tras esta dimisión el máximo órgano de decisión entre congresos del PSOE decidió poner al frente del partido, de forma interina, al entonces secretario general de la Federación Socialista Asturiana y hoy todavía presidente del Gobierno del Principado, Javier Fernández, que permaneció como máximo responsable de la comisión gestora de la formación hasta mayo de 2017. De entonces viene la animadversión de Pedro Sánchez hacia quien fuera el máximo dirigente de los socialistas de Asturias durante diecisiete años y, quizás, el barón territorial con más predicamento en el PSOE hasta la llegada del nuevo equipo dirigente de la formación.

Estas dos personas, Adriana Lastra y Javier Fernández, marcan las relaciones, para bien y para mal, de Pedro Sánchez con Asturias. La primera, durante muchos años discípula aventajada de Fernández en la FSA (hasta la nombró secretaria de política municipal), apostó muy fuerte desde el principio por Sánchez como líder del PSOE, llegando a ser, en la segunda oportunidad que pugnaba por la secretaría general, su persona de máxima confianza, un trato con continuidad en el tiempo.

Quizás esa antigua cercanía de Adriana Lastra a Javier Fernández haya sido una de las razones de la manifiesta hostilidad del líder del PSOE hacia el jefe del Ejecutivo del Principado. ¿Por qué?, pues porque Adriana Lastra se consideró maltratada por la gestora del partido (sobre todo por Fernández) durante la época de vacas flacas de los sanchistas, y trasladó esa actitud a su líder. Y por lo comprobado desde entonces ni Sánchez ni su mano derecha son de los que olvidan y pasan página. Todo lo contrario. La propia Lastra lo dijo en más de una ocasión refiriéndose a quienes no comulgan con sus ideas: "Deben pedir perdón".

Pero es que se pongan como se pongan Sánchez, Lastra y el resto de los dirigentes ganadores del último congreso del PSOE lo cierto es que en el partido hay relevantes personalidades y también parte de la militancia que discrepan de cómo se planteó la moción de censura contra Rajoy, sobre todo por el trato dado a los partidos independentistas, sin cuyos sufragios Sánchez hubiera fracasado en la votación de ayer en el Congreso. Precisamente esa vinculación con las formaciones independentistas, que él negaba, fue una de las razones por las que el comité federal del PSOE le retiró la confianza a Sánchez en octubre de 2016. Al final se ha salido con la suya y ya es presidente del Gobierno. En esta ocasión sacó adelante su propuesta sin problema alguno en el partido. Está claro que quienes sospechaban hace un año y ocho meses de cuáles eran las intenciones de Sánchez estaban en lo cierto. Pero que ese sector crítico se haya callado ahora no quiere decir que lo vaya a seguir haciendo si Sánchez traspasa las líneas rojas de la política territorial socialista. Y pueden estar seguros de que muchos de sus miembros (ahí está Alfonso Guerra para demostrarlo) van a insistir en la necesidad de convocar elecciones cuanto antes.

Es de esperar que Pedro Sánchez, ahora que es presidente del Gobierno, deje al margen sus diferencias con Javier Fernández y mantenga una relación fluida con el Ejecutivo del Principado. Por su parte, Adriana Lastra no debería continuar echando más leña al fuego de la confrontación. No estaría de más que la vicesecretaria del PSOE ejerciera de asturiana cerca de su patrono y consiguiera que la región estuviera representada en el nuevo Gobierno, que ya va siendo hora de que vuelva a haber asturianos en el Ejecutivo. ¡Y la alegría que le darían, por ejemplo, a María Luisa Carcedo nombrándola ministra de Asuntos Sociales! ¡Quién se lo iba a decir a ella hace años, a la por entonces única mujer con auténtico poder en el aquel momento todopoderoso sector socialista del SOMA-UGT que lideraba José Ángel Fernández Villa! Las vueltas que da la vida política. Y si no que se lo pregunten a Mariano Rajoy, hace sólo una semana convencido de que iba a acabar la legislatura gracias al respaldo del PNV a los Presupuestos y ahora fuera de la Moncloa a causa precisamente de los nacionalistas vascos, que le dieron su respaldo a Pedro Sánchez.

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