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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Sobre el alambre

El largo trayecto sobre el vacío del nuevo presidente

Semejante a un funambulista, Pedro Sánchez ha de realizar un largo trayecto sobre el vacío, con la sola apoyatura del delgado alambre de sus ochenta y cuatro diputados, alambre que hacen resbaladizo la grasa de sus promesas y de las expectativas e ilusiones que su partido despierta en una parte de la población

Por poner un ejemplo, durante el debate entre Rajoy y Sánchez éste reprochó a aquél que sus Presupuestos eran un tanto tramposos "porque Bruselas no se fiaba de que España no fuese a superar el déficit previsto". Y mientras alardeaba de ortodoxia en el cumplimiento del déficit, esbozaba un programa en que prometía dar satisfacción a todos: jubilados, mujeres, parados, jóvenes, empresarios, enfermos, inmigrantes?; resolver los problemas financieros de las comunidades; aumentar la investigación; realizar la transición energética; reducir la llamada brecha salarial; acabar con la precariedad laboral y un largo etcétera. Evidentemente, una cosa es incompatible con la otra. Y los suyos le van a demandar el milagroso y prometido maná.

Para avanzar por el alambre dispone don Pedro de un balancín a cuyos extremos cuelgan dos pesos disímiles, uno, el de aquellos que quieren la independencia de sus territorios; el otro, el de esa amalgama de milagrería, rencor y arbitrismo que es Podemos. Para poder avanzar o no caer, tendrá que contentar parcialmente a ambos, o enfrentarse a ellos. Desde luego, la retórica buenista tan propia del PSOE pedrista-zapateril no le valdrá de nada a tal fin. Tampoco el diálogo. Menos la retórica vacía de la plurinacionalidad o de la nación de naciones. Todos ellos querrán hechos concretos, concesiones, decretos, gasto.

Esas contradicciones impedirán al PSOE realizar muchas cosas y sacar adelante proyectos. De modo que es de suponer que no habrá Presupuestos para el año que viene, y que el Gobierno irá trampeando con los actuales y su prórroga, atendiendo a los territorios o grupos que más presionen, entre los cuales no se encontrará, como siempre, Asturies.

Para compensar esa incapacidad de acción y la imposibilidad de satisfacer las demandas de muchos sectores, don Pedro acudirá a medidas que podríamos llamar "ideológicas" o simbólicas, de mucho ruido y poco dinero: medidas relativas a la época franquista, a la guerra civil, a dar satisfacción legislativa a alguno de los colectivos que tienen gran capacidad de movilización. Asimismo, en lo económico orientará su discurso a lo ecológico y tecnológico: energías renovables, cierre de térmicas, subvenciones para la investigación y la innovación. He dicho "discurso" y "subvenciones", no he dicho que vaya a facilitar el que las empresas y los negocios avancen de por sí en esa dirección.

De momento, lo que sí se atenuarán serán las movilizaciones en la calle. Es cierto que el simulacro de referéndum catalán ha tenido un efecto de carambolas de billar en la sociedad española, especialmente entre los empleados públicos. A partir de la promesa de subida de sueldo a las policías se han desatado reivindicaciones entre todos los ciudadanos que cobran su salario de los Presupuestos. Y eso va a seguir, pero en menor medida. No verlo es desconocer que todas esas reclamaciones, tienen, al margen de sus razones objetivas, el impulso de partidos y sindicatos que utilizan esas demandas para, además de defenderlas, mover la calle contra el Gobierno cuando este es de derechas, sea como sea ese Gobierno y sean cuales sean sus éxitos y fracasos. Aquel simple de Fraga proclamaba que la calle era suya. Estaba equivocado: la calle es fundamentalmente de la izquierda y de sus movimientos sociales, que creen, por otro lado, que, además de la calle, también lo son, para siempre y por una especie de designio del hado, el Gobierno y el Estado, y que sufren un prurito irrefrenable cuando no está en sus manos. Un síntoma evidente: el griterío adolescente de Podemos en el Congreso tras haber ganado Sánchez.

Ahora bien, el ruido en la calle puede volver a subir de intensidad en unos meses. Si Podemos no ve cumplidas sus expectativas -por ejemplo, la de cogobernar o legislar- o si piensa que las contradicciones del PSOE o su imposibilidad para atender todas las demandas le abren la ocasión de devorar terreno electoral a los socialistas, no dudarán un segundo en agitar rúas, plazas, agravios y sentimientos. También el otro contrapeso del balancín hará lo mismo, especialmente el catalán.

De modo que, como un funámbulo sobre un delgado alambre colgado sobre el vacío y con ese balancín tan peligroso, así ha de caminar el señor Sánchez Pérez-Castejón. Lo malo es que sobre sus espaldas vamos usted, yo y muchos millones de ciudadanos, estimado lector.

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