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Joaquín Rábago

Una decisión de incalculables consecuencias

La renuncia de Trump al pacto nuclear con Irán

Con ser difícilmente tolerable que EE UU reniegue de sus compromisos internacionales, lo es todavía más que trate de chantajear a quienes no le sigan por tan peligrosa senda. Me refiero a la decisión del presidente Trump de renunciar al pacto nuclear con Irán que en su día firmó EE UU junto a las otras potencias nucleares y Alemania y a las "sanciones" con las que amenaza además a sus socios. El chantaje como práctica ha sido una constante en toda la carrera de ese expromotor inmobiliario, como saben muy bien quienes tuvieron algún trato con él.

En los libros de negocios que escribió con ayuda ajena, Trump aconseja a sus lectores a "discutir las facturas" que se les presenten para intentar rebajar su importe, como él mismo no se cansó de hacer. Trump solía reírse de los banqueros que le prestaban dinero cuando luego se les ocurría -¡oh, ingenuos!- reclamárselo. "Es su problema, no el mío. Ya les dije que no tenían que habérmelo prestado", comentaba entonces.

Tales pautas de comportamiento, más habituales al parecer de lo que uno puede pensar en el mundo de los negocios, pueden tener, sin embargo, desastrosas consecuencias, aplicadas a la política internacional. Al abandonar el pacto nuclear con Irán en connivencia con Arabia Saudí e Israel, EE UU desestabiliza todavía más una región ya destrozada por las guerras que lanzó ese país para controlar la región y que, como era de esperar, salieron rematadamente mal.

Y no contento con la renuncia a ese compromiso, Trump amenaza con castigar a las empresas no sólo de su país, sino también a las de otros que osen seguir negociando con Irán sin sumarse al embargo total que quiere EE UU contra un régimen al que acusa de apoyar el terrorismo. Las diferentes tandas de sanciones decididas por EE UU contra Irán -las primeras unilaterales decididas por EE UU en 1979, las segundas, adoptadas por el Consejo de Seguridad en 2006 y las europeas de 2011- causaron un daño difícilmente reparable a la economía de ese país. No sólo al sector financiero por verse excluido de la red Swift, utilizada en todo tipo de transacciones bancarias, sino también a las exportaciones de energía, la mayor fuente de divisas de ese país, estrangulada por las sanciones y las consiguientes dificultades de acceso a la más moderna tecnología.

Si EE UU amenaza a quienes violen las sanciones unilateralmente decididas por Washington es por la ley Patriot contra el terrorismo, que da al Gobierno competencias intolerables para castigar a empresas y bancos extranjeros que no sigan sus "diktats". Si les queda el mínimo orgullo, los gobiernos europeos no deberían nunca aceptarlo.

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