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Jonathan Mallada Álvarez

Un canto muy necesario

Sobre la importancia de la Ópera para la ciudad de Oviedo

La ciudad de Oviedo va unida, intrínsecamente, a la música clásica. Dentro de este abanico de posibilidades que ofrece el término, la lírica siempre ha sustentado el mayor peso dentro de las actividades culturales de Vetusta, forjando una idiosincrasia en la capital del Principado que se ha ido consolidando durante décadas, independientemente de las fluctuaciones políticas y de las diferentes crisis económicas que hemos atravesado.

Precisamente, uno de los pilares musicales de Asturias es la Ópera de Oviedo. La longeva institución, que el próximo curso alcanzará su septuagésima quinta edición, ha sabido encontrar un equilibrio muy necesario en el plano artístico y ha demostrado su compromiso con la cultura, tal y como se evidenció en plena pandemia, completando su temporada con valentía y atrevimiento con el permiso de la orquesta “Oviedo Filarmonía”, quien se prestó a compaginar simultáneamente dos programas diferentes. Un esfuerzo que, lamentablemente, no ha sido premiado a nivel económico por los gobiernos autonómico y central.

Para una ciudad de 220.000 habitantes como Oviedo, poseer una temporada estable de ópera es un logro que viene acompañado de trabajo y bonanza económica. El innumerable personal implicado en una producción de teatro lírico va más allá del elenco de artistas y aglutina una extensa nómina de oficios y trabajos que van desde los sobretítulos hasta la regiduría, pasando por las secciones de utilería, iluminación, maquinaria, caracterización, sastrería… actuando también como un engranaje sobre el que se articulan funciones tanto de la orquesta de la propia ciudad (“Oviedo Filarmonía”) como de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA).

En este sentido, la ópera ha sabido encontrar un punto medio entre títulos populares (indispensables en cualquier temporada que se precie), con otras obras donde se trata de ampliar el repertorio, como son los casos de “Fuenteovejuna” (en la temporada 2018-2019) o el próximo estreno, en el mes de septiembre, de “La dama del alba”, las dos de autoría asturiana.

Pero también en el plano interpretativo se conjuga una apuesta, en la medida de las posibilidades, por hacerse con alguna de las voces destacadas en el panorama internacional (por ejemplo, la soprano Ermonela Jaho en “Adriana Lecouvreur”), pero también una postura muy favorable hacia los artistas españoles, en general, y asturianos en particular. Cada vez son más habituales en las temporadas los nombres de David Menéndez, Beatriz Díaz, Alejandro Roy o Juan Noval-Moro, conviviendo con otros jóvenes talentos del Principado como Serena Pérez, María Heres o Janeth Zúñiga (en “La Flauta Mágica” de este año), las dos últimas destacadas integrantes de “La Castalia”.

En este aspecto, las sinergias y las relaciones que se tejen en torno a la Ópera de Oviedo –no sólo con alumnos de “La Castalia” o de los Conservatorios y escuelas de música asturianas, sino también a través de encuentros y conferencias con diferentes expertos vinculados, por ejemplo, a la Universidad de Oviedo– resultan una medida útil para captar nuevas audiencias y afrontar uno de los grandes retos del panorama lírico actual como es la renovación del público, elaborándose también algunos proyectos pedagógicos infantiles como “La cenicienta” (de Pauline Viardot) que tendrá lugar en apenas una semana.

Por tanto, hablar de la Ópera de Oviedo es hacerlo de una de las instituciones fundamentales bajo cuyo paraguas se ha conformado todo un ecosistema que relaciona, en mayor o menor medida, a todos los agentes involucrados en el sistema de producción y que, al margen de enriquecer económica y culturalmente la ciudad ovetense durante estos setenta y cinco años, pone de manifiesto su tradición y destino lírico.

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