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LNE FRANCISO GARCIA

La inflación es otra guerra

La inflación, ese caballo de Troya que la guerra en Ucrania ha instalado en la sala de Moncloa donde se reúne el Consejo de Ministros para hacerlo saltar en añicos, no para de crecer. Como un corcel desbocado, el IPC se situó en junio en el 10,2 %, la tasa más elevada de las tres últimas décadas. Desde que España ingresó en el euro, lo que provocó una subida general de los precios, no se registraba un encarecimiento tan brutal de la factura de la luz, el combustible y los alimentos frescos. La tormenta perfecta amenaza con llevarse por delante a muchas economías familiares, elevando los ya de por sí detestables niveles de pobreza. Y de paso, arrastrar al gobierno, cuyas medidas para paliar los encarecimientos están fracasando, una tras otra. Es otra guerra y Sánchez la está perdiendo.

Y en estas, llega la cumbre de la OTAN para mayor gloria de quien ya busca acomodo en instancias internacionales a sabiendas que las encuestas le dictan dos telediarios. Y en la primera jornada Biden, el gendarme del planeta, apura a los aliados europeos para que hagan un esfuerzo importante en armarse hasta los dientes, que es menester poner a Rusia en su sitio y bajarle los humos, si hace falta a cañonazos.

Y el nuestro mozín, como nene con zapatos de charol al verse rodeado de tanto mandatario de Champions, se nos pone uniforme de camuflaje y, con aires de John Wayne en “Centauros del desierto”, masculla una frase para la historia: “Putin, no vas a ganar”. Más madera, es la guerra, que diría Groucho Marx sobre una locomotora de cartón piedra.

O sea, que no solo vamos a tener que comprar energía más cara e invertir una millonada en defensa, sino aflojar la cartera para devolver deuda y pagar los intereses. ¿De dónde va a salir el dinero para tanto dispendio? Muy sencillo: de recortes en la educación, la sanidad, los servicios sociales… y de una inevitable subida de impuestos, que se barrunta como nube negra sobre las cabezas de los ciudadanos. Disfruten del verano, que se avecina un otoño de órdago.

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