Llanes, Daniel BÁRBARA

«Joaquín Ortiz García es una figura fundamental de la arquitectura llanisca del siglo XX. Ortiz es, quizá, el gran modernizador del perfil urbano de la villa». Con estas palabras define Higinio del Río, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA y director de la Casa Municipal de Cultura de Llanes, al que fuera arquitecto del Ayuntamiento de Llanes desde febrero de 1929 hasta marzo de 1935. Esta última fecha indica que Joaquín Ortiz no es, pese a que se ha aseverado insistentemente, el «padre» de la lonja de pescado de la villa, que fue inaugurada en abril de 1936.

Higinio del Río lleva varios años preparando la biografía de Joaquín Ortiz. La joya biográfica del director de la Casa de Cultura llanisca verá la luz a finales del presente año o principios del próximo. «Joaquín Ortiz es un personaje de gran fuerza, tanto por su vida como por su trabajo. Su obra ha sido muy valorada por muchos de sus colegas de profesión, pero existe un desconocimiento general de todo lo que concierne a su vida», apuntó Higinio del Río sobre el cofundador de la Agrupación Socialista de Llanes, en marzo de 1932.

Joaquín Ortiz García nació en Valladolid, en 1899, y falleció en Ribadesella, en 1983. A finales del año 1928, Ramón Novoa de los Ríos, alcalde de Llanes durante la dictadura del general Primo de Rivera, consideró que la villa necesitaba un arquitecto municipal, por lo que anunció un concurso para la provisión de la plaza. Se presentaron dos aspirantes: Joaquín Ortiz, titulado en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1926, y José Quesada Esplugas. La Comisión Municipal Permanente acordó, a finales de enero de 1929, nombrar al vallisoletano arquitecto municipal en propiedad, con el haber anual de seis mil pesetas y mil más para gastos de proyectos y su delineación.

El arquitecto municipal del concejo llanisco llega a la villa y se instala en el céntrico hotel Victoria. Desde la ventana de su habitación, Ortiz se prenda del edificio donde hoy día se encuentran las oficinas del Banco Santander Central Hispano. La cúpula de esta mansión, según comentó Ortiz en su día, será el sitio ideal para instalar su estudio. El nuevo arquitecto llanisco se enamoró de la celoriana Regina Tamés, empleada del hotel Victoria y encargada de la limpieza de su habitación.

La obra de Joaquín Ortiz García representa un amplio y variado catálogo de casas encargadas por indianos, escuelas, ensanches, reformas de edificios, abastecimientos de agua, puentes, fábricas, desmontes y urbanizaciones. «Durante el período de 1931 a 1933, Ortiz se inicia en un desarrollo urbanístico relacionado con el turismo. Celoriu es la población llanisca más destacada con la construcción de chalés proyectados por Joaquín Ortiz», aseguró Higinio del Río. Entre sus proyectos arquitectónicos, destacan la casa de Ceferino Ballesteros (enero de 1930), en la calle Gavito de Llanes, hoy desaparecida; el ensanche de varias calles de la villa (julio de 1930); el abastecimiento de agua en Nueva (marzo de 1931); la pavimentación y el alcantarillado de la calle de La Guía (noviembre, 1930); la reforma de la Casa Consistorial (1931), o, la casa de Manuel Sordo Lamadrid, en Vidiago (julio de 1931).

Un informe del Colegio Oficial de Arquitectos de León y Asturias daba cuenta, en 1935, de otros importantes trabajos de Ortiz, entre los que cabe destacar la casa familiar de Benigno Cueto, en Naves (17 de enero de 1932); el edificio «Borinquen», en Llanes (enero de 1932); o, el sanatorio quirúrgico del doctor José María García Gavito (diciembre de 1933). «El edificio "Borinquen" es uno de los mejores ejemplos del racionalismo asturiano. Sus viviendas conjugan los conceptos de la arquitectura popular asturiana con los de la arquitectura internacional», subrayó José Ramón Alonso Pereira, catedrático de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de La Coruña, en una de sus obras literarias más destacadas «Historia general de la arquitectura en Asturias».

Joaquín Ortiz García analizó en varias ocasiones las necesidades urbanísticas de la villa. Así, el arquitecto municipal confesó, en 1933, a un conocido semanario local que «Llanes debe estar dividido en zona industrial, próxima al puerto, demarcando la zona para el desenvolvimiento racional de la industria pesquera en su máximo aprovechamiento. Zona de viviendas de pescadores y obreros de estas fábricas. Zona industrial de productos derivados de la leche, próxima a la estación de tren y en contacto con la zona agrícola, y viviendas próximas con carácter rural. Otra zona de viviendas de obreros en general, que sirva de enlace a las dos zonas de viviendas citadas y que permita la vida en familia de obreros de distintos oficios. En las afueras, una zona con destino a la industria del ladrillo. La zona del comercio en el centro de la villa, que puede ser el núcleo actual con algunas modificaciones. Una zona de viviendas para veraneantes, recreo, balneario y deportes entre otras. El tipo de edificación debe ser el bloque de construcción moderna, adaptado a la importancia de Llanes: bloques rectangulares, distribuidos según la orientación conveniente y de poca altura. Las zonas de vivienda unifamiliar deben ser pequeñas».

El ámbito profesional de Joaquín Ortiz García no sólo se centró en el concejo llanisco, ya que, junto al arquitecto gijonés Manuel García Rodríguez, proyectó «obras insustituibles» como, por ejemplo, en varias calles de la villa de Jovellanos. Cuando prendió la llama de la Revolución de Octubre, en 1934, el arquitecto se sumó a ella como dirigente local del PSOE. Un Juzgado militar de Oviedo le encausó y logró huir a París. Una comisión analizó el informe de Gabriel Teresa Robles, designado alcalde provisional de Llanes en ese momento, y acordó la supresión definitiva de su puesto laboral en el organigrama municipal, en marzo de 1935.

Los últimos años de la vida de Joaquín Ortiz García transcurrieron entre Ribadesella y Celoriu, con solitarios paseos junto al mar Cantábrico. Poco antes de su muerte, el Ayuntamiento de Llanes pretendía hacerle un público homenaje para agradecerle el haber evitado la destrucción del retablo mayor de la iglesia parroquial durante la guerra civil. Ortiz declinó ese honor con respeto, «sólo hice lo que tenía que hacer», fueron sus palabras. El antiguo arquitecto municipal de Llanes «aferrado a sus silencios, a su humildad de espíritu y a su vocación de anonimato» falleció en Ribadesella el 14 de agosto de 1983. Sus restos reposan en el cementerio de Celoriu.