A quienes juraron que recalificar suelo de forma masiva era la mejor manera de controlar el precio de la vivienda les ha crecido la nariz de forma proporcional a la superficie que han declarado urbanizable. Fue aquél un embuste tan grande como la especulación que se huele en toda la zona costera del oriente de Asturias. Da vértigo ver tanta grúa. Claro que, una vez más, los que se llevan los cuartos «a puñaos» son los bancos y las promotoras inmobiliarias. Porque esos nuevos «especuladorinos» de vía estrecha que acuden al olor del ladrillo caliente en realidad sólo se llevan las migajas. Otros dirán lo contrario, pero algo no debe ir bien cuando la comarca oriental vuelca sus esperanzas -prácticamente todas- en la construcción de segundas residencias y campos de golf adosados. ¿De verdad es esto el progreso?