Cuando el 18 de noviembre de 1976 las Cortes franquistas se hacían el haraquiri y votaban la ley de la Reforma Política, quienes integraban el búnker de la nostalgia estaban aún convencidos de que nada tenían que temer, porque Franco lo había dejado todo «atado y bien atado». Salvando las distancias, lo mismo piensan los gestores del Hospital del Oriente. La Fundación privada que rige el centro se hizo ayer el haraquiri, para dejar paso a una Fundación pública. Los diputados franquistas -siempre hay excepciones- tuvieron que apearse del machito muy poco después de aquel «suicidio». Pero los rectores del hospital lo han hecho mejor: la futura Fundación pública tendrá exactamente los mismos representantes que la actual Fundación privada. Así que todo cambia para que nada cambie. Éstos son más listos que Franco.