Colombres, Rebeca AJA

Están en Asturias por motivos académicos, pero a la gran mayoría esta causa les ha dado la oportunidad de reencontrarse con sus raíces. Asturianas, por supuesto, aunque con acento chileno, argentino, mexicano o brasileño. Un grupo de catorce estudiantes descendientes de emigrantes asturianos a América forman parte de la segunda edición del programa «ALAS», una iniciativa impulsada por la Universidad de Oviedo pensada para favorecer el intercambio estudiantil a través de ayudas económicas que faciliten la estancia de los jóvenes mientras realizan sus estudios en la región.

Ayer la clase se salió de las aulas para tomar apuntes del pasado, sin echar mano del bolígrafo pero sí de la cámara de fotos, mientras uno piensa que, a lo mejor, en ese barco se fueron sus abuelos. Es lo que cavila, por ejemplo, Rocío Santos mientras trata de llevarse fotografiado a su Argentina natal hasta el último rincón del Museo de la Emigración-Archivo de Indianos de Colombres. Tiene 25 años, estudia Psicología en Argentina, pero este año, gracias al programa «ALAS», también ha podido hacerlo en Oviedo. Asegura que siempre quiso conocer la tierra de su abuelo, de quien heredó esa asturianía a la que da rienda suelta tocando el tambor en el centro asturiano de Rosario, junto al resto de sus hermanas, una de ellas, Marisol, estudiante becada en Galicia, pero estar «acá» es más de lo que imaginaba. En el ámbito académico le queda la sensación de que las clases aquí son menos participativas y más magistrales, pero que los temas se exponen desde diferentes puntos de vista. En el ámbito personal, le queda el recuerdo de haber sentido de cerca lo que dejaron atrás sus ancestros.

De Pendueles, en Llanes, era el bisabuelo de Francisco Navarro, mexicano de Cuernavaca y estudiante de Ingeniería Web. Reconoce que la experiencia de reencontrase con sus raíces no podía haber sido más gratificante, porque le ha permitido conocer la cultura asturiana de la que tanto le hablaban en casa. Ahora planea hacer los estudios de posgrado en Asturias. Es el único mexicano en el grupo que ayer visitó el Archivo de Indianos. En la sala dedicada a México se detiene para reparar en cada detalle. En maletas, revistas, documentos oficiales con casi un siglo de historia. Una planta más arriba está la habitación dedicada a Argentina, de donde es Giselle Rivero, estudiante de Turismo, que ha tenido ocasión de conocer el pueblo de Viboli, de donde son sus padres -hoy emigrantes en Buenos Aires-, y donde sigue teniendo familia.

Y así se suceden las sensaciones. A Paula Molina sus bisabuelos de Taramundi le inculcaron en Chile el interés por lo asturiano. Ahora su bisnieta estudia Arquitectura y no sólo desborda entusiasmo a la hora de narrar su primera visita a Asturias, sino también pasión por la riqueza académica que se lleva al haber tenido la ocasión de estudiar la arquitectura antigua de Asturias y de España.