Toda generalización acarrea injusticias. Ni todos los albañiles son unos chapuzas, ni todos los tenderos sisan jamón de York. Ni todos los periodistas son unos carroñeros (aunque hay sobrepoblación de esta subespecie en España), ni todos los políticos se han colado en la cosa pública para chupar del bote. Así que, por supuesto, no todos los concejales de Llanes actúan como perros rabiosos. De hecho hay en esa corporación bellísimas personas. En el PSOE y en el PP. Pero la relación entre ambas formaciones es nefasta. En otros concejos, cuando acaba un Pleno, ediles de diferentes sentires pueden irse juntos a tomar un café. En Llanes eso es impensable. Como si no entendieran que una cosa es el debate político y otra la relación personal. Que se puede pensar diferente, debatir con fuerza, discutir y, a la vez, tratarse con corrección... respetarse. Pero en Llanes se han traspasado todos los límites admisibles. Y nadie afloja.