Bonito y sosegado verano de 2009 nos está proporcionando nuestro delegado del Gobierno y ex alcalde, Antonio Trevín, a los llaniscos y a todos nuestros visitantes con las desafortunadas ocurrencias que su cargo de máximo responsable del Ministerio de Fomento en Asturias le permite, sin que nadie pueda rechistar.

El pasado fin de semana, tras un enorme despliegue en Llanes de autoridades y seguridad, los días anteriores (Policía Nacional, Guardia Civil, alcaldes de Val de San Vicente, Ribadedeva y Llanes, delegado del Gobierno en Cantabria y misma autoridad en Asturias, nuestro ínclito, etcétera), nos cerraron la salida al tráfico de Llanes a Santander por L'Arquera, nuestra salida natural, y más en estas fechas de masiva afluencia turística. El motivo, las minúsculas y ralentizadas -por falta de presupuesto- obras del tramo Pendueles-Llanes de la autovía.

Todos padecemos el caótico resultado, así como la temeridad e irresponsabilidad del autor (o autores) de la medida, que podría resumirse en lo siguiente: colapso circulatorio en Cue, con desprecio total hacia los coritos, que poco deberían tener que ver con las molestias de las obras en la autovía; retenciones kilométricas en la carretera comarcal para salir hacia Oviedo en Celoriu; desorientación de los conductores que circulan hacia (o desde) Pancar, Parres y La Pereda; vehículos circulando en dirección prohibida para salir de Llanes hacia Santander (por el carril de entrada, el único existente) en L'Arquera; grave agresión hacia todos y cada uno de los negocios turísticos en Llanes por la casi imposibilidad de acceder a la villa (el pilar más importante de la economía llanisca es el turismo, no conviene olvidarlo); prohibición de circular, excepto a residentes, en la glorieta del Rinconín hacia L'Arquera (en esta localidad hay diversos establecimientos hoteleros e industriales), avisos en diferentes foros sobre los inconvenientes de visitar Llanes este verano...

Jamás deberían haberse acometido las obras del enlace de L'Arquera fuera del plan de obra señalado en el proyecto constructivo de la autovía. Nunca una persona en su sano juicio puede permitirse atentar de un modo tan grave contra la economía, la seguridad en el tráfico y, si me permiten, hasta la tranquilidad y el sosiego de un pueblo; pero, claro, en este caso estamos hablando de Trevinlandia (en eso se ha convertido Llanes hoy por hoy) y aquí todo está permitido para algunos, faltaría más.

El desaguisado tiene difícil arreglo y la seguridad ahora en un cruce con tanta densidad de tráfico es difícil garantizarla. Cuando menos, una de las medidas debería ser la presencia permanente de agentes que regulen el tráfico (las veinticuatro horas), y otra, una señalización clara y rotunda -ahora no la hay- de los carriles de dirección Oviedo y entrada a Llanes para los que vienen desde Cantabria. Seguro que será mucho pedir, aunque sea una reflexión de sentido común. Mientras tanto, a padecer las consecuencias de tanta improvisación, irresponsabilidad, egocentrismo y poder desmesurado concentrado en nuestro ínclito con mando en plaza, don Antonio. Y si al final somos capaces, aguantar hasta mediados de septiembre, sin chiflar, sus «veletadas», la lamentable imagen que damos en los tiempos que corren, las pérdidas en los ingresos de nuestros negocios y, por supuesto (cuestión de fe), a rezar para que el verano de 2010 sea distinto, porque el verbo rectificar, en el diccionario de algunos, no existe.

¡Ah! Y, además, escuchar a los visitantes que no conocen la situación, soplándonos a la oreja «tenéis el gobierno y el concejo que merecéis», mientras hacen las maletas y se marchan buscando lugares más acogedores. Ésta es la triste realidad de Llanes hoy, perdón, de Trevinlandia.