Cueves (Ribadesella),

Begoña DÍAZ

La Cuevona de Cueves, en el concejo de Ribadesella, es una de las joyas turísticas de la zona oriental asturiana. Está situada a unos siete kilómetros de la capital del concejo, en un lugar aislado del mundo, al que se accede a través de una sinuosa carretera y en el que el visitante parece que va a ser engullido por la Naturaleza. La entrada al pueblo de Cueves sólo es posible a través de esta espectacular cueva, que deja boquiabiertos a todos sus visitantes, sin excepción.

«Es impresionante», repiten varias veces Sara Cruz y Aurora Rivera, dos sevillanas que se adentran con cierto miedo en la Cuevona. El silencio, solamente roto por el sonido del arroyo que cruza la gruta, crea un sentimiento de precaución en los visitantes. «Es como si algo fuera a ocurrir de un momento a otro; tanto silencio abruma», explica Rafael Suárez, un riosellano que conoce perfectamente este espectacular rincón y que siempre lo enseña a todos aquellos amigos que vienen a visitarlo por estas fechas. «A todo aquel que traigo aquí dice que nunca ha visto cosa igual», señala orgulloso.

Claro que muchos de los visitantes riosellanos se pierden este hermoso lugar puesto que ni está suficientemente anunciado ni es fácil acceder a él: hay que saber que existe para llegar a él. «Nos hablaron de este lugar donde nos alojamos y la verdad que nos ha costado llegar hasta aquí», señalaba Manuel García, un valenciano que pasa unos días en Ribadesella junto a su familia. El aislamiento de Cueves, debido, por una parte, al farallón calizo que discurre en dirección Noroeste-Sureste y, por otra, al cauce del río Sella, se rompe con el acceso natural creado por el arroyo de la cueva que, atravesando las calizas, permitió que fuera utilizado secularmente como vía de tránsito, primero peatonal y ahora abierto al tráfico rodado por una carretera local, como ejemplo de que la integración entre la naturaleza y las necesidades de comunicación no sólo es posible, sino que, como es el caso, propicia un singular y magnífico espectáculo.

La Cuevona de Cueves es una formación kárstica que discurre siguiendo el cauce del arroyo al que debe su origen. Sus estalactitas y estalagmitas son producto de millones de años de trabajo del agua sobre la roca caliza. La grandiosidad de sus bóvedas, iluminadas para mayor comodidad de los visitantes, y los cerca de trescientos metros de recorrido producen una sensación desconocida.

Esta inmensa caverna ha sido desde siempre la única manera de llegar a Cueves del Agua. La carretera muere allí. El pueblo tiene una situación privilegiada, arropado por el Sella y la montaña. Es, además, la aldea riosellana con mayor número de hórreos: un paraíso de ruralidad. Durante todo el año hay visitas guiadas por el interior de la cueva, para conocer más profundamente los recovecos del lugar, y por la ruta de los molinos. Una actividad educativa para todos los públicos, que se inicia en Cueves, en la que se ven muestras de etnografía, vida rural y hasta una demostración de cómo funcionaban los molinos, de su importancia histórica en los tiempos en que la única forma de vida posible era el autoabastecimiento. También se reviven los oficios y costumbres de los antiguos moradores de la zona. Y se visita el Castañar, un bosque repleto de castaños centenarios. La Cuevona y sus alrededores, en los últimos años, se ha convertido en visita obligada para los visitantes de la comarca. La gruta, desde luego, impresiona a todo aquel que la conoce.