Corao (Cangas de Onís),

Ignacio PULIDO

La iglesia románica de Abamia permanece cerrada desde que hace casi dos años finalizasen sus obras de restauración. El aspecto del templo ha empeorado desde entonces. Manchas de humedad, pérdidas materiales de estuco, desconchados, un sinfín de pintadas esgrafiadas en la carga de los muros exteriores y el crecimiento incontrolado de la vegetación circundante son pruebas irrefutables de este deterioro. Por su parte, los vecinos de Corao, detractores de la polémica intervención, exigen que se descubra por completo la piedra.

Mencionar el nombre del templo en la pequeña localidad canguesa supone desatar una tormenta de críticas contra la Consejería de Cultura. Y es que, tanto en las calles como en los comercios y bares del pueblo, el sentimiento generalizado es de rechazo a la intervención de restauración del templo. «Estamos ante un problema de gran envergadura. La obra fue mal ejecutada desde principio a fin y no se puede consentir», espeta José Luis Vega, presidente de la Asociación Cultural Abamia.

El presente del templo es cuando menos poco halagüeño. «Esto es una mierda», «Arquitecto jubílate», «Arquitecto arde en el infierno bastardo», «Arquitecto ignorante» o «Arquitecto, ¿no te da vergüenza?» son algunas de las «lindezas» que se pueden leer en todos los muros de Santa Eulalia de Abamia, templo declarado monumento histórico-artístico en 1962 y que sirvió durante seis centurias como tumba de Pelayo y de su esposa Gaudiosa. El malestar generalizado ha empujado a muchos a dejar su «impronta» en los muros centenarios de la iglesia. «Mucha gente ha comenzado a manifestar su rechazo de este modo», comenta José Luis Vega.

Las pintadas con mensajes intimidatorios no son el único mal que castiga a Santa Eulalia de Abamia. El estuco de tono ocre que se aplicó a todas las fachadas del templo presenta numerosas deficiencias. La carga adolece de pérdidas de material en zonas puntuales y ha craquelado en parte de la portada oeste. Del mismo modo, en lugares coincidentes con los canalones han aparecido manchas de humedad que, según los vecinos, responden al desafortunado sistema de evacuación de aguas pluviales adoptado en el proyecto de restauración. «El agua de la lluvia es captada mediante pesebrones que están mal ejecutados. Están dando lugar a filtraciones en el interior de la iglesia», señala el presidente Vega, el cual advierte de que «la teja utilizada en las cubiertas es de la calidad más baja».

Los vecinos sostienen que han sido cometidos atropellos contra el patrimonio artístico del templo. Durante la restauración, «las puertas con cuarterones de madera de castaño fueron sustituidas por otras con cristaleras» y «para nada acordes con el resto del inmueble». «Además, los tiradores son endebles, de ínfima calidad», subrayan los habitantes de Corao.

Pero esto no se queda ahí. La Asociación Cultural va aún más lejos y enfatiza que «los arcos que recubrían los sepulcros de Pelayo y Gaudiosa fueron suprimidos y tirados en la huesera». «Es una ofensa para nosotros y para nuestro sentimiento ancestral», lamenta Vega.

Por lo que respecta al entorno del templo, la maleza no ha parado de crecer desde entonces. El césped crece sin que nadie se ocupe por cortarlo y en las zonas próximas a los muros crecen las ortigas y las malas hierbas. «Antes el Ayuntamiento y los vecinos se encargaban de la limpieza, ahora no lo hace nadie hasta que no sea recibida por la parroquia», comenta Vega. Por otra parte, el pavimento del vial que conecta Corao con el Cueto de Abamia en su tramo circundante a la iglesia presenta numerosos daños. «Los tractores arrancan los adoquines. Con la lluvia, la tierra es arrancada y los cantos que se pusieron durante la restauración quedan al aire hasta que se desprenden».

Desde la restauración, las llaves de la iglesia aún no han sido entregadas al párroco local. En el suelo de la nave del templo la suciedad y el polvo no han parado de acumularse. «En Abamia no se ha vuelto a celebrar una boda ni una fiesta», matiza Vega.

Ante tal panorama, la Asociación Cultural Abamia exige a la Consejería de Cultura que se elimine por completo el revoco de estuco con el que fueron cubiertas las fachadas del templo. «También queremos que se retiren los bolardos que fueron colocados en el exterior. Allí no encajan», resalta Vega, que concluye afirmando que «la iglesia está disfrazada».

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