Cangas de Onís,

Bárbara MORÁN

Con unas plumas, un botón fabricado hace dos décadas y un retal de tela la mayoría no sabrá qué hacer, pero estos mismos materiales, en manos de la artista canguesa Mónica Gutiérrez, son suficientes para adornar de forma exclusiva la cabellera de alguna mujer dispuesta a destacar en un acontecimiento o simplemente para aquellas a las que les gusta verse y sentirse bellas cualquier mañana.

Quien nace artista acaba demostrándolo. Mónica dejó aflorar el arte que lleva dentro tras perder para siempre a su padre y sentir la necesidad de mantener su mente ocupada para superarlo. Lo que comenzó como un hobby es ahora su pasión y su trabajo al que dedica muchas horas desde hace algo más de un año. Muy poco tiempo, pero el suficiente para que los tocados y las diademas que esta canguesa diseña y elabora artesanalmente hayan logrado enamorar a mujeres, jovencitas y señoras de los pies a la cabeza de toda España.

El arte de la moda lo lleva en sus genes, ya que es hija de la modista Mari Sol Nava y nieta de la también sastra Eloína de Dios. «Siempre me ha gustado, aunque en la adolescencia no mostré interés», confiesa Gutiérrez, al tiempo que recuerda como un buen día del año pasado una amiga tenía una boda y no sabía qué ponerse en la cabeza. «Me ofrecí a diseñarle algo y le hice un tocado», relata la artista. A partir de aquel precioso tocado inspirado en los años veinte, Mónica dio rienda suelta a su vena artística y desde entonces no ha parado de crear y vestir con sus tocados el cabello de decenas de mujeres. Terciopelo, plumas y adornos «vintage» que recupera del costurero de su abuela se fusionan en sus obras, no hay ningún tocado igual, son piezas únicas.