Besnes (Peñamellera Alta),

Rebeca AJA

Todo está listo para una segunda campaña arqueológica en la cueva de Coimbre. Los arqueólogos regresan a la gruta en la que, a finales de 2008, confirmaban su ocupación hace unos doce mil años. Ahora vuelven tras el rastro de los últimos cazadores, pescadores y recolectores de Asturias.

También conocida como cueva de Las Brujas, la gruta se ubica a medio camino de los pueblos de Niserias y Besnes, en Peñamellera Alta. Cerrada al público, de difícil acceso y conocida anteriormente solo por sus grabados, los expertos sospechaban de su riqueza arqueológica. No se equivocaban.

La intuición y, también, casi un lustro de investigación previa, llevó a los historiadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), David Álvarez y José Yravedra hasta Coimbre en octubre de 2008. Era la primera vez que se excavaba en aquella caverna y los resultados no decepcionaron. La campaña sólo duró una semana, pero la existencia de niveles arqueológicos a escasa distancia de la superficie (apenas treinta centímetros) permitió a los investigadores dar con numerosos restos de fauna de la zona: casi ochocientas piezas catalogadas.

Tanto en tan poco tiempo ha animado una segunda campaña para conocer algo más sobre el modo de vida de los grupos de cazadores-recolectores del Paleolítico Superior en la cuenca media del río Cares. También pescadores a tenor de los restos de fauna acuática hallados. Restos de cabra (sobre todo de ejemplares jóvenes que indican una caza selectiva), ciervo, corzo, un molar de caballo e incluso restos de jabalí ( poco frecuentes en los yacimientos arqueológicos); también restos de grandes bóvidos y de carnívoros. Todo se encontró en apenas dos metros cuadrados de superficie excavada.

Los arqueólogos retoman el trabajo iniciado hace un año en un lugar estratégico para completar un estudio multidisciplinar. Coimbre se ubica en un entorno de yacimientos rupestres relevantes a la hora de analizar cómo vivían los grupos de pobladores, cómo se iban moviendo no sólo por el oriente de Asturias sino también, a lo largo del desfiladero de La Hermida, que conduce a la comarca cántabra de Liébana. Se trataría, según los expertos, de dar con casi cincuenta mil años de historia humana. O, mejor dicho, de prehistoria humana. La riqueza arqueológica de la cueva de Coimbre ha abierto varios frentes de investigación: la fauna, la industria lítica, las materias primas, los pólenes, los carbones y la propia geología de la cueva. Todo es importante, todo puede ofrecer datos relevantes.

Durante la primera excavación, el año pasado, se delimitaron dos zonas de trabajo: una, a la entrada de la galería, bautizada como «El Cono», y técnicamente denominada «un revuelto» (área donde se mezclan sedimentos de diferentes épocas); la otra, al fondo de la cavidad, fue el escenario de los descubrimientos más relevantes.