Ya se sabe que cuando el diablo no tiene qué hacer mata moscas con el rabo. Pues resulta que andaban una mañana (por las tardes no trabajan) en la Confederación Hidrográfica del Cantábrico ociosos y, como no tenían a mano ríos contaminados, cauces sin truchas ni salmones o riberas destrozadas, se fijaron en la presa de La Riera, que estaba ahí la probitina tan tranquila desde hace decenios, sin meterse con nadie y dejándose fotografiar, gratis total. Concluyeron que la presa canguesa era la culpable de todo, de la falta de peces, de las inundaciones que habrá en el año 2135 y hasta del cambio climático. Y decidieron demolerla. Nada de consultar a los vecinos, ¡quia! ¿Qué saben los vecinos de presas, de peces, de inundaciones y de cambio climático? Nada. Así que esos prohombres han decidido matar moscas con el rabo, aunque sea a cañonazos. Habrá que explicarles que los ríos, los cañones, la munición, la presa, las moscas y hasta el rabo son propiedad del pueblo soberano. Y ellos, meros administradores. Unos mandados.