Colunga, Bárbara MORÁN

Las mascotas del Museo del Jurásico de Asturias (Muja) también tienen derecho a cambiar de «look». Las cuatro maquetas de dinosaurios, a escala natural, que presiden los jardines del Muja, situado en la rasa de San Telmo, entre Colunga y Lastres, se han convertido en el sello y símbolo del lugar. Tras cinco años captando la atención de los miles de visitantes que recibe el Muja a los cuatro «dinos» les ha llegado el momento de cambiar de imagen.

Las cuatro maquetas que hasta ahora lucían tonos típicos de camuflaje, con tintes poco vistosos, que se fusionaban con el verde del lugar, pasarán a ser dinosaurios vistosos, atractivos y que inundarán con sus nuevos colores al entorno de los jardines del Muja, que presiden. Tonos ocres, arenas, rojizos, verdes, azulados y amarillos han sido los elegidos para dotar a estos gigantescos «bichos» de más protagonismo y vistosidad.

El «estilista» de los dinosaurios del Muja es su propio creador, Adolfo Cuétara, propietario de la empresa Dinokinetics y «padre» de estas cuatro criaturas, que creó exclusivamente para el museo colungués. Ayer, este artista aprovechaba el radiante sol cantábrico para embellecer el dinosaurio más impresionante de los jardines del museo: un diplodocus que mide 28 metros de largo y 5 de anchura, y que pesa más de 3 toneladas.

El tono amarronado que lucía hasta ayer el diplodocus del Muja ya ha pasado a la historia. La gigantesca maqueta es ahora color ocre-mostaza. Un tono mucho más alegre que además será adornado con «manchitas en tonos diversos para darle más protagonismo y vistosidad», explicó Cuétara, mientras daba la capa de pintura base al enorme diplodocus.

Cuétara destacó que las condiciones climatológicas de la zona son sin duda las peores enemigas de la conservación de las maquetas, así que además de cambiar el «look» a los dinosaurios el artista ha optado por utilizar materiales más innovadores, que garanticen por más años la belleza de las maquetas.

«Estoy aplicando una base de pintura que está compuesta por caucho acrílico y fibra de vidrio, componentes que ofrecen más resistencia que las lacas acrílicas que utilizamos cuando los pintamos por primera vez. Con estos nuevos materiales estarán impecables unos diez años», explicó Cuétara, al tiempo que mostraba el resultado de los dos dinosaurios que ya han sido «customizados».

Los primeros en cambiar de imagen fueron el allosaurus, el más pequeño de los cuatro, que ahora ofrece un «look» singular, con manchas variadas en la parte de abajo de su cuerpo en tonos marrones y amarillentos. El otro «dino» que ya está listo es el dacentrurus, uno de los que más éxito tiene entre los más pequeños, ya que su espalda se caracteriza por una línea de pinchos muy puntiagudos que llegan hasta su cola. Su nuevo «look» le aporta más protagonismo aún, con tonos rojizos y arenas.

Cuétara recordó que dotar a las maquetas de colores más atractivos era ya la pretensión inicial, aunque por aquel entonces no fue posible dadas «las prisas propias de la apertura del museo». También por ver antes la aceptación de las obras se decidió por «tonos más discretos», destacó el artista. Durante la jornada de hoy, Cuétara continuará con el pintado del diplodocus para después hacer lo propio con el dinosaurio más próximo a la entrada al museo, el comptosaurius, cuya base de pintura ya fue aplicada en un tono grisáceo y que al final será resaltado con rayas en tonos verdes. Mientras embellece sus obras, Cuétara recuerda con añoranza aquellos cuatro meses de duro trabajo que a él y a su equipo les llevó crear a las mascotas del Muja.

Durante estos años los dinosaurios aguantaron sin resentirse la lluvia, el frío, la erosión del mar, las gamberradas de algún niño travieso y hasta una ciclogénesis explosiva. Por todo ello se han ganado y con creces su derecho a renovar su «look» y ponerse más guapos.