Villanueva de Cangas,

Francisco Antonio Caldevilla Pérez, «Antón», fue presidente de la Sociedad de Pescadores «El Esmerillón» -con sede en Arriondas- durante dieciséis años consecutivos y, tras un paréntesis de apenas cuatro, volvió a ocupar ese puesto el pasado otoño. Esta temporada no la recordará como la mejor de su vida. La ley impulsada desde el Principado para el control de la pesca del salmón se ha convertido en su pesadilla particular.

-Primer fin de semana de pesca con muerte. ¿Cómo se dio la faena?

-Pues hay animación de gente pero yo ni salí porque no había ni donde aparcar. Nos amontonan a todos para pescar en dos días y así no se puede.

-¿Se notó el cambio con el mes y medio anterior de pesca sin muerte?

-Que vengan y comparen a ver la gente que había el 21 de marzo y el 1 de mayo. Que pregunten a los hosteleros a ver cuántas comidas dieron. También tendrían que venir a contar salmones ahora que está el río bajo, porque la verdad es que hay pocos, pero sí que vi muchos esguines y esos son los que vuelven en dos años. Sobre esa base habría que hacer los censos, y no según lo que saquen los pescadores en siete fines de semana.

-¿Qué supone esta apertura de temporada sin muerte?

-Realmente nada. Si hubiesen dejado pescar con muerte habrían salido cinco o seis salmones pero la gente iba a estar llenando el río y el daño era mínimo porque esos mismos salmones siguen en el agua y se van a pescar ahora. ¿Antes no se pueden pescar cinco y en mayo pueden sacarse quinientos? Esto no tiene ni pies ni cabeza.

-¿Sería muy arriesgado plantear medidas como que se clausuren caladeros o que se cierre un año la pesca en el mar?

-Aquí el mínimo sería cerrar cuatro años y dejar el río para pescar trucha y reo y que no se pesque el salmón. Pero es que el problema no está en los ríos ni en los ribereños, sino en el mar. Por ejemplo, en 2007 salieron seiscientos o setecientos salmones y quedaban dos mil en los ríos, porque pica una cuarta parte, que se fueron al mar. ¿Por qué no vuelven?

-¿A dónde van esos salmones?

-A las islas Feroe pero pasan por el estrecho de Irlanda, donde hay mucha pesca marítima y barcos muy grandes. Toda la vida se pescaron y volvían, pero algo pasó. Tal vez los pescan más pequeños con la caballa porque se cuelan en las redes. Las campañas de estos años tendrían que haber sido buenas si miramos la cantidad de salmones que quedaron para desovar los años anteriores. Tengo bien claro que el río y la caña no tienen la culpa.

-¿Cómo se hacen los recuentos de salmones?

-Hay un contador en Cañu pero debería estar en Lloviu porque se quedan treinta kilómetros en los que no sabemos lo que hay y son los pozos más grandes del río. Nosotros, que tenemos buena vista, contamos los salmones que hay en los pozos. Hace tres años justos en Cañeres el 1 de agosto quedaban ciento treinta y un salmones a simple vista sólo ahí. Esos ya tenían que haber vuelto entre el año pasado y este. A la velocidad que vamos, si el problema no es del río, aunque no se pesque desaparecen igual y pasará como con los urogallos. Algo hay que no vuelven. No sé si son los barcos o si mueren en el mar o si los come alguien en Ribadesella.

-¿Habla de los cormoranes?

-Esos pescan todo el año y nadie les pone cupos. Son doscientos o trescientos pescadores que están todo el invierno sacando medio kilo diario. En los planes de control no terminaron de eliminar a los que iban a matar.

-¿Se nota que creció la población de esa especie?

-Mucho. Ya no marchan. Antes en abril no los veías y ahora sí, hay muchos que crían aquí. Habrá que tener en cuenta si los ríos son para actividades turísticas de navegación, cormoranes y nutrias y el que sobra es el pescador. Eso lo tienen que dejar claro. No tomaron medidas contra la navegación

-¿Cuántas canoas pueden salir río abajo un fin de semana?

-Miles, que salen justo los días que nos dejaron a nosotros para pescar, los sábados y los domingos. Es una venganza descarada.

-¿Qué solucionan las medidas de control puestas en marcha desde la Consejería?

-Nada. Son contra el pescador y por ahí van equivocados.

-¿Por qué ha presentado «El Esmerillón» una denuncia contra el Principado?

-Creemos que están prevaricando pero eso lo tendrá que decir el juez. Advertimos con un recurso que estaban fuera de la ley de plazos. No nos contestaron y abrimos un contencioso. Ya pidió datos el juez sobre los informes de lo que estaban haciendo. Saben que saltaron la ley de plazos, estaban avisados y siguen adelante.

-¿Qué medidas aceptarían?

-Estamos dispuestos a dejar de pescar salmones, a dejar los mejores pozos de las zonas altas vedados dos o tres años. Si elaboras estudios y pones contadores y se demuestra que no se pueden pescar en ciclos, estaríamos de acuerdo en todo. Lo que no estamos de acuerdo es en que digan este mes sí, este no... Si no se pueden pescar cuatro antes, ¿por qué sí cuarenta en mayo?

-¿Se les consultó a la hora de redactar la normativa?

-El problema es que hablan con nosotros y creen que todo se lo decimos mal adrede. Entonces hacen las cosas al revés. Creen que yo quiero que se terminen los salmones, pero lo que no quiero es tener el Sella de piscifactoría para que los barcos en la mar se hinchen y aquí estemos en la ruina. Los reos estos últimos años suben muchísimo. Las repoblaciones están sirviendo a tope porque sin ellas no habría ya nada en los ríos. Hay que tener en cuenta que los reos no llegan a donde los barcos y sí que vuelven.

-¿Hay algún estudio sobre esa circunstancia?

-No. Por eso queremos que se haga un estudio para saber a dónde van los salmones, qué pasa con ellos en el mar y por qué no vuelven. Que se muevan de la silla, que vayan a Europa y que miren a ver qué pueden hacer.

-Se acusa a los pescadores de mirar sólo por sus intereses...

-Esperemos que alguna vez venga alguien sensato y se dé cuenta de que aguantamos para no romper el eslabón de la cadena. Vamos todos los días a la piscifactoría gratis y tenemos allí peces, gastamos el dinero de los socios en pienso y encima no nos dejan pescar. Echamos cuatrocientos mil peces al río para todos. Un pescador no aniquila nada porque dejaría de serlo.

Perfil

Una vida a la orilla del Sella

«Antón» Caldevilla nació en 1949 en la casa que estaba más cerca del río en La Vega de los Caseros, en el concejo de Parres. Con el tiempo sólo cambió de orilla: lleva en Villanueva de Cangas casi toda la vida, a pesar de que su residencia está fijada en Cangas de Onís y trabaja en Oviedo, como celador de Fomento en el sector de Carreteras. Tan sólo tenía 10 años cuando al salir de clase -en el monasterio de San Pedro, edificio que hoy ocupa el Parador de Turismo- cogió por primera vez una caña y sacó un salmón. Desde entonces han pasado cincuenta años, de los cuales los últimos veinte han corrido paralelos a la historia de la Sociedad «El Esmerillón», que cuenta con unos 1.400 socios. Desde ella, además de luchar por los intereses de los pescadores se encarga del centro de alevinaje del río Mampodre, desde el que salen ejemplares para repoblar los ríos de las cuencas del Cares y Sella, así como la parte alta del Nora. Aunque no haya ido a echar la caña durante el mes y medio de pesca sin muerte, las visitas a la ribera son constantes para contar por encima a ver cuántos salmones hay y vigilar en qué pozos se esconden.

«Queremos que se haga un estudio para saber adónde van los salmones, qué pasa con ellos en el mar y por qué no vuelven a los ríos asturianos»

«Un pescador no aniquila nada, porque dejaría de serlo»